MI BARRIO Y YO
Poesías
Edición corregida y aumentada
Miguel Ángel Giordano
Buenos Aires, mi barrio y yo
©
1987 Miguel Ángel Giordano
1ª
Edición, 1987 - Ediciones Nuestro Testimonio
"DONEMOS NUESTROS ÓRGANOS"
Diagramación y diseño
gráfico: Patricio D. Giordano
Dibujos: Antonio J. González
ISBN: 950–43–1409-7
Hecho
el depósito que establece la ley N° 11.723.
Quedan
reservados todos los derechos de autor.
Copyright by: Miguel Angel Giordano.
Prohibida
su reproducción parcial o total.
Impreso
en la República
Argentina /Printed in Argentine
SOBRE
EL AUTOR
Miguel Ángel Giordano nació
en el barrio de Villa Crespo, Buenos Aires, Argentina, el 2 de mayo de 1948.
Fue
discípulo del renombrado escritor Roger Plá y, estéticamente, está alineado
dentro del creacionismo de Vicente Huidobro.
En
la Sociedad
Argentina de Escritores ejerció funciones en diversas subcomisiones
durante los períodos 1983/85 y 1985/87; fue miembro de la Honorable Comisión
Directiva (1987/89) durante la presidencia del poeta Rubén Vela.
Fue
Director de la Casa del Escritor en la SADE en el período 1987/1989. A pedido
de los socios se lo confirmó en su cargo por un nuevo mandato (1989/1991)
durante la presidencia del Dr. Florencio Escardó.
Entre
abril de 1997 y mayo de 1998, fue miembro de la Junta Promotora (Distrito Buenos Aires) del Consejo de
Organización de la Comunidad para la participación y el debate sobre las
políticas sociales.
Mayo de 1998: es elegido Secretario Administrativo dentro del
primer Consejo Consultivo de las Organizaciones de la Comunidad (Distrito
Ciudad de Buenos Aires).
Noviembre de 1998: es nombrado Miembro Titular de las Organizaciones de
Apoyo, para representar al distrito en el Consejo Regional de las
Organizaciones de la Comunidad. Ocupa el cargo de Secretario de Relaciones
Institucionales.
Diciembre de 1998: es elegido Delegado por la región para representar a
la Ciudad y a la provincia de Buenos Aires dentro del Consejo Consultivo
Nacional de las Organizaciones de la Comunidad, que agrupa a más de 5000
instituciones de todo el país. Trabajó activamente hasta mediados de 1999; por
problemas de política interna renunció a todos los cargos.
Realizó
un curso de restauración y conservación de antigüedades con el
internacionalmente renombrado Profesor Domingo Tellechea.
El
17 de mayo de 1991 creó el “Día universal del corazón”, cuya finalidad es la de
reunir a las personas sanas de espíritu, de mente clara, incontaminadas y de
manos extendidas, que pugnan por apartarse de la violencia, la mediocridad y la
“mala onda”.
Es
miembro fundador de Fundación Caldén (para
la defensa de la cultura Argentina y Sur Americana).
Es
un entusiasta participante y organizador de ferias y exposiciones en todo el
país, entre otras: 7 Ferias del libro de Buenos Aires por la SADE (Sociedad Argentina de Escritores); 2
exposiciones por Fundación Caldén, 24
ferias mensuales por Caritas (Parroquia
Santa Rita) y una para el Club Atlético Atlas.
Colaborador
permanente de medios periodísticos de todo el país, coordinó talleres
literarios, cursos de narrativa y dictó cátedras y seminarios en ciudades de la
Argentina y de Chile.
Por
tres años consecutivos fue el director de los talleres literarios de la Casa de
La Pampa en Buenos Aires.
Libros
de poesía, narrativa y una antología de escritores pampeanos llevan su firma.
Ha
sido jurado de concursos de poesía, cuento y novela en numerosas oportunidades.
Premiado
en diferentes concursos de cuento y de poesía, su obra es considerada en
distintos niveles educativos y en cursos y talleres literarios de Chile y la
Argentina.
Varios
cuentos y poesías han sido publicados en medios periodísticos de Argentina, Chile,
España y Estados Unidos.
En
el año 1991, la segunda edición de su libro “Ajuste de cuentos” fue calificada por el diario Clarín como “Sorpresa
de la Feria del Libro en ventas”.
Su
primera edición fue el primer libro de autor no pampeano editado en la
provincia de La Pampa.
La
1ª y la 2ª edición se agotó en poco tiempo.
Desde
1974 participa como recitador de poesía y lector de cuentos, y organiza actos
culturales, entre ellos:
ARGENTINA: Centro Cultural San Martín, SADE, Consejo Deliberante
de la ciudad de Buenos Aires, Manzana de las luces, Municipalidad de San
Martín, Casa del Arte, Pubs de San
Telmo, Casa de La Pampa en Buenos Aires, Encuentro Latinoamericano de Poetas (Termas de Río Hondo, Santiago del Estero),
Municipalidad de Chilecito (La Rioja),
Centro Cultural Maracó (Gral. Pico, La
Pampa).
CHILE: Sociedad
de Escritores Chilenos y Centro Cultural, Casa Colorada (en la ciudad de Santiago), Embajada Argentina en Valparaíso, Viña
del Mar, Gruta de los poetas en la localidad de Quintero, Anfiteatro
Cordillerano de Olmué, Municipios de Cartagena y Villa Alemana (Capital Chilena de la poesía) y en el
Círculo de los Planetas, en el Centro Cultural Alternativa y en el Teatro Roma
de la misma ciudad.
Obras del
autor
Editados
BUENOS AIRES, MI BARRIO Y YO -
Poesía
AJUSTE DE CUENTOS (1ª y 2ª edición) - Cuento
CLUB ATLÉTICO ATLAS - Histórico
DETRÁS DE LA PELOTA - Biográfico
Antologías
compartidas
EL BARRIO DE VILLA URQUIZA - Poesía
PARA TODOS (Volumen
IV) -
Cuento
PARA TODOS (Volumen
V) -
Cuento
CUENTOS PARA RECORDAR -
Cuento
De próxima aparición
GRAN LIBRO DEL DELTA -
Enciclopédico
“No conozco un libro de poesías de Buenos Aires con tanta veneración, tanto amor y dolor por su barrio y la ciudad, con sus calles, personajes y recuerdos. Su poesía es valiosa y la prosa poética verdaderamente descollante”.
Prof.
Diego del Pino (Historiador de Buenos Aires)
“El autor
rompe con las formas tradicionales e intenta el cambio a través de una poesía
sin concesiones.
Hace gala de
su ‘instinto barrial’, nos conmueve con cada verso, con cada palabra y nos
sorprende con un lenguaje totalmente despojado y certero”.
Carlos Alberto Débole (Poeta, ex presidente de la SADE y de la Fundación EL Libro)
“A partir de Buenos Aires, mi barrio y yo, Miguel Ángel Giordano, con un lenguaje llano,
sentimental y nostálgico nos transporta con fuerza por los andariveles del
amor, la amistad y el honor.
Va a resultar
complejo no poder tomar a este libro, como un parámetro de la poesía ciudadana
contemporánea”.
Delfín Leocadio Garassa (Escritor y crítico literario del diario La Nación)
“He leído Buenos Aires, mi barrio y yo, de Miguel Ángel Giordano y declaro: yo
predije hace ¡40 años! que llegaría el poeta que escribiría así a fines del
siglo XX y en el curso del próximo. El idioma auténtico de nuestro país, sin
eufemismos, pero latiendo en todos sus poemas, el alma quejumbrosa del poeta
que llora sobre las ruinas de su patria amada”.
Victoria Fénix (Escritora)
Victoria Fénix (Escritora)
“Buenos
Aires, mi barrio y yo, desnuda hasta
sus fibras más íntimas a un poeta con voz límpida y de hondo contenido ciudadano.
Bienvenido a
la poesía, Giordano”.
Olga
Orozco (Poeta)
“Argentina tiene
en Giordano, un poeta magnífico y sincero. Sus versos y su prosa poética
desbordan de pasión por su Villa Crespo querido. Ha sido un verdadero orgullo
compartir en varios escenarios, mi música con su poesía”.
Nicolás D’Alessandro (Compositor, bandoneonista y
director de orquesta)
“Afortunadamente,
un poeta joven rescata todas aquellas cosas de un Buenos Aires ya desaparecido.
Conservaré este libro en un sitio privilegiado junto a Corazón y a Estudiantina”.
Juan J. Gallo
(Poeta y Ex
Presidente del Círculo de poetas lunfardos)
“Giordano nos
guía con recuerdos e ímpetu poético, a través de Buenos Aires y el barrio de
Villa Crespo, permitiendo que el lector invada su historia y sus
complejidades”.
Syria
Poletti
(Escritora, poeta y ex Vicepresidente de la SADE)
“Miguel Ángel
Giordano, vuelca en Buenos Aires, mi barrio y yo, su amor por el barrio de Villa Crespo y por su
‘soledosa Buenos Aires’, concediéndonos el honor de transitar sus versos,
cargados de nostalgia y de emoción”.
Héctor Negro
(Poeta y letrista de tangos)
************************************
Porque supongo que
no se ha dicho nada todavía
y mucho queda por
decir.
Porque necesitás de
mí y viceversa,
pero aún más,
YO tengo necesidad
y no deseo que la
vida pase a
mi costado sin
siquiera mirarme.
Me interpongo en su
camino,
que me aplaste,
que me aparte,
que me escupa,…
pero que no me
ignore.
POR ESO ESCRIBO.
MÁG
************************************
A Elena, Patricio y
Bruno,
que me acompañan con su
amor.
A mis padres que me
siguen con su mirada
y a mis hermanos,
con quienes compartí
imborrables momentos.
A los que me poblaron
desde siempre.
A los otros, que no supieron
cómo hacerlo
y me abandonaron.
******************************************************************************
PRÓLOGO
El autor de este poemario porteño
procede, y es indudable, de la narrativa. En ese género publicó su ya famoso “Ajuste
de cuentos”, también en varias antologías compartidas y en revistas y
diarios de Argentina, de Chile y de Estados Unidos.
Leímos cuentos ornamentados por
captaciones profundas de nuestra forma de ser y traslación de realidades con
coloraciones espirituosas.
Diálogos con paisajes íntimos,
asfaltos fulgentes, altibajos de baldosas flojas, veredas resignadas, calles
entrecortadas por el malvón herido, por el desajuste de empedrados
histriónicos.
Su discurso en prosa aporta
significativas posturas, “avances”, rupturas desnudas con un entorno a veces
sordo, encumbrado en retóricas fallecidas.
Y ahora, la poesía de “Buenos
Aires, mi barrio y yo”, un alto en sus habitualidades, unas ganas
distintas en sus tibiedades, un subyugamiento, una respuesta al mistérico llamado,
un intento de repetir: ¡Quiero! ¡Los quiero muscularmente, con ademán
irrefrenable!
Largo canto con una sílaba
obsesiva, la ciudad, los amigos, el barrio, el pasaporte hacia su infancia y
los sonidos lúdicros del “Martín Pescador”
Soltar las sogas, desprejuiciar
los tientos, volatilizar el verbo encarcelado, atornillado al prejuicio, cimientos
arcaicos, fuera de uso.
Miguel Ángel Giordano asume
varonilmente sus cargas alveolares. Abraza el pretérito, afirma, no teme
vidrierarse, mostrar sus tembladerales, el apetecible oasis de los primeros
años. Por eso, en el itinerario del recuerdo, cincela sus valientes
indicaciones. Lanza las palabras, salta su significación. Aprontado en su
recodo, responsabiliza su mirada testimonial.
Hay vigilias, hay sorpresas ante
el propio encuentro, hay búsqueda para desentrañar el antiguo laberinto.
Es una vigorosa indicación a la
nostalgia, la contención de la lágrima celeste, la incitación a la meditación.
Entre el primer poema “Juegos
infantiles” y el último del libro, “Pincho se tomó el piro”, el autor
vierte su adultez, reclamando al niño interior, exigido.
Aquél alegre, despreocupado,
poblado de torcazas, de faroleras enamoradas, de un pito catalán desdibujado en la lejanía.
Y todo es cotidiano, es milonga,
es calle. Piberío alborotado cuando alguien llora por el barrilete sin cola.
La ciudad, “su única ciudad”, el
mendigo de Retiro, los buzones, la humillación de las veredas pisoteadas, el
Abasto, los monumentos pintarrajeados, los baches que salpican a los personajes
nocturnos, a los fantasmas de los poetas desaparecidos.
Como su “navidad”, con panes
dulces y soledades amargas y esa lágrima por no poder ayudar a todos.
Ser fiel a nuestras cosas,
reconocerse, ganar en identidad, barajar las carencias, ritmear con los acordes
del soledoso tranvía, talán, talán,
Villa Crespo anterior, cortadas futboleras, figuritas canjeadas por la vida.
Pensarse gambeteando en potreros
mágicos, en las vías muertas, purreteando las mañanas entre fragancias de
fresias y campanitas alambradas.
Todas las locomotoras de vapor
llevan a Miguel Ángel a un barrio “distinto” y el carro del mimbrero lo
transporta al azúcar de los chupetines.
Y cambia el paso taconeando la
actualidad, cuando se detiene en la calle Corrientes y descubre el obelisco
pinchando al cielo para gotearnos la esperanza.
Su habla es cotidiana, connotando
un metalenguaje tierno, con adentros arteriales, cavados hasta los jugos,
rozando la hendidura primera, “la madre”, enhiesta en su envergadura de hijo,
como altísima estampa.
Damos la bienvenida a un libro
tallado en la sinceridad, donde a veces, se sacrifica lo estético, lo formal,
en aras de un fondo cierto, restaurado en los escalones del sentimiento.
El autor propone, lo intuimos, un
intercambio de nostalgias, para apostar a la redención de las hadas
descascaradas y brujitas sin uso. Para dar cuerda al último osito y desde la
calesita del insomnio, aprisionar para siempre la sortija.
Haydee
Lilí Canaletti
(Poeta
esencial de Buenos Aires)
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VILLA CRESPO
Villa Crespo, ¡Cuánto hay
de Buenos Aires en tus entrañas, mi viejo barrio! ¡Cuánto de pampa, de
inundación, de razas…!
Fuiste cuna, vida y muerte
de malevos, chiruzas, burreros y cafiolos. Parido en el corazón de la ciudad,
sos tango y milonga, el Maldonado, la librería de Gleizer, la Farmacia Triunvirato
y la carbonería de Barbasán.
Sos, en el recuerdo, la
triste melodía surgida de antiguos conventillos, del judío tendero, del tano
peluquero, del turco reventa y el rostro del armenio acongojado.
Y también, sos Atlanta y
Chacarita, Villa Crespo, Fulgor, Villa Malcom y mis queridos Atlas y
Resplandor. Recuerdo tus cines, los de mis años jóvenes: el Rivolí, el Mitre,
Regio y el mejor... el que lleva tu nombre.
Sos ese tren que hoy te
parte al medio, el subte que indaga en tu interior, pero, además, sos la
nostalgia del tranvía y del trolebús hiriendo tus calles en donde aún vibran la
flauta del afilador, el traqueteo cansino del carro del lechero, el de la
basura, el del pan lactal, las carrozas fúnebres, el triciclo de Don Julio
cargado de papas y el Forcito de Chiche repartiendo hielo.
Tus aromas que hoy me
invaden se confunden en mi balero cuando se mezclan maní tostado, quema,
choripanes y difuntos.
Te veo Marechal con tu Adán
Buenosayres. Veo poetas: Jacobo Fijman, Almafuerte, Vacarezza, César Tiempo,
Punzi y el negro Celedonio Flores. Oigo la música de Cadícamo, el compás de
Pugliese y el bandoneón de Paquita Bernardo lamiendo melancólico tus adoquines y
agobiadas paredes.
Pasan delante de mí los
popes del estaño: Victoria, La Pura, Agapito, Los Bohemios, San Bernardo, El
Copetín, El Indio y Libertador.
¡Viejo Villa Crespo! Honor
y amor en la amistad. Semilla de girasol, vía muerta, Pulpo de goma y Criolla
de cuero. El de la Paloma, Comastri, los Najnudel, Bosco, Ciro y Cholín, el de Francavilla,
Manolete, los hermanos Bartaburu, Pechito Segovia, los Sukutián, “Kelo” Haidar,
Don León Kolwosky, y Puga, el legendario.
Desde siempre fuiste el
artífice de hazañas, quimeras y locuras juveniles. Hoy, a pesar de muchos y de
todo, seguís siendo barrio, Villa Crespo, y Buenos Aires, te aseguro, está
grabado en tus entrañas.
PARTE
I
Es
hermoso, de noche,
ver
huir, calle abajo, los tranvías
con
un polvo de estrellas en las ruedas
y
en la punta del trole una estrellita...
Baldomero Fernández Moreno
JUEGOS INFANTILES
Todo es un juego.
28, 29 y 30. Punto y coma…
Siempre nos escondemos
siempre nos embroman.
Todo es un juego.
En el divertido rango
pasamos y nos pasan por encima.
Otras veces,
pagamos tributo al patrón
de la vereda.
Como la farolera
algunos se enamoran de un coronel.
Más tarde, nos invade la
mancha,
la peor, la venenosa.
Manchan el culo, el cerebro, el corazón.
Nos raspan como cebita en la pared
y juegan con nosotros a la
payana;
cuando nos hartamos del pisa-pisa
ellos se alejan haciendo pito catalán.
Camino entre las ruinas imaginarias de mi barrio.
El paso a nivel está cerrado.
Las barreras son un gigantesco Martín Pescador
que trata de atraparme y canta: “pasará, pasará”.
Yo me
pregunto:
¿Rayuela, podré
llegar al cielo?
INFANCIA
a Rubén Oscar Defelipe
Te
vi trepar desde las raíces.
Fuiste
tronco, corteza, savia,
y
las hojas de tu copa cayeron
como
los días de la vida
año tras año
y
jamás regresaron.
Te
poblaron la torcaza y el viento.
Otras
aves emigraron para siempre
y
el agua de lluvia alivió las heridas
producidas
por los cuervos.
Infancia
lejana
todo me has dado.
Después
te
deslizaste lentamente por las ramas
hacia el cielo
casi sin
proponértelo.
RECUERDO
Pasado que regresas sugestivamente
implorando a gritos
algo de comprensión.
Sos el artífice de la belleza
que modeló mi memoria
en procura de la luz.
Y ahí está:
el acorde cadencioso de un fueye,
billar, milonga, calle;
el infinito valor del pibe
enganchando la sortija,
o el quejido misterioso de ese muchacho
al escupir su amargura sobre la mesa del bar.
Como barrilete sin cola
caíste sobre mí
abrazándome,
sin darte cuenta siquiera
de que estaba llorando.
DE LA NIÑEZ
Pasada niñez, antigua
ilusión,
cómo no recordarte si lo
has sido todo,
cómo no recordarte si sos
luz y esperanza.
¡Cómo no hacerlo!
Pelotita de trapo,
carrera de barquitos en el
cordón de la vereda,
fogarata de San Pedro y
papita a las brasas.
El negocio de la viudita
- ojo, que se enoja si la
llamas así -.
Corto mano corto fierro
y la vecinita de al lado que
me tiene loco de amor.
Soldadito de plomo,
el fuerte de madera con
indios a caballo,
Quacker, Vascolet y Kero…
¡Y después de los deberes
me voy a jugar a la calle!
Películas de Chaplin, el
Gordo y el Flaco,
Tarzán en celuloide color
sepia y el Príncipe Valiente.
Revolver de cebita, la
raspa en la pared,
cañita voladora, pelota de
goma Pulpo…
¡Y la mala nota de la
escuela!
La pandilla Marilyn
y los Cinco Grandes del
Buen Humor,
Billiken, Crítica, Pif
Paf, Rayo Rojo y Misterix,
Ta Te Ti suerte para mí.
Si me das una bolita te
regalo el papel glasé.
Punto y coma el que no se
escondió se embroma.
¡Ay de mí niñez si te
olvidara!
Pobre de aquel que a tus
umbrales no se asome.
¡Ay de mí y pobre de
aquel!
Los animales del zoológico
y rayuela en la vereda,
barrilete con engrudo
que remontamos en el campito,
con mensajes para Dios
o para la mamá de Juancito
que está en el cielo.
Lápiz Conte de color,
papel araña azul,
tinta china, lapicera con
pluma Cucharita,
Manual Estrada y Simulcop.
Cinturón con marquilla de
cigarrillos,
el recreo en la escuela,
rango y payana…
¡Y el guardapolvo sucio!
El hombre de la bolsa,
la ilusión de ver a los
Reyes Magos
y el diente debajo de la
almohada
para que Ratón Pérez me lo
cambie por monedas.
¡Es imposible olvidarte niñez!
Te recuerdo Juvenilla,
locomotora a vapor,
Platero y yo.
Cochecito de carrera
relleno con masilla,
figurita Sport y aquel
disfraz de carnaval.
Arroz con leche me quiero
casar,
pasará pasará pero el último
quedará.
Señora,
¿Me devuelve la pelota que
sino en casa me pegan?
Yo soy Tatín un chiquitín
un regalón.
Siamlambreta por aquí
Siamlambreta por allá.
La poca a Carlitos o a
cualquiera.
El altar a Evita y el
segundo plan quinquenal.
Refrescola, Bidú o la
Pomona;
Trolebús, tranvía y el
agua podrida.
Pizza en Las Cuartetas,
panqueque en La
Vascongada,
las canciones de Paone y
la murga de la esquina.
Y al salir de un cuartel
se enamoró…
¡La machona del barrio!
¿Jugamos al doctor?
Piedra libre para todos
mis compañeros.
La mancha venenosa
cuando jugábamos con las
chicas.
¿A vos te salta? ¿Tenes
pelitos?
La batalla de los laicas y
de los libres;
revolución del cincuenta y
cinco
y no digas Perón que es
mala palabra.
Alta en el cielo un águila
se eleva,
Salve Argentina bandera
azul y blanca,
Libertad, Libertad,
Libertad.
Ya se acerca el final, el
mundo canta victoria
porque un hombre dejó la
niñez,
pantalón corto, pantalón
largo lo mismo da.
Se acabaron los versitos
que me enseñó mamita
y los chistes que ahora
empiezo a comprender.
Ya no hablo de la cigüeña
ni del pastito para los
camellos de los reyes.
No vendrá Ratón Pérez a
traerme moneditas
ni la vecinita de al lado
que me tiene loco de amor.
El Patrón de la Vereda se mudó
de barrio
y Antón Pirulero le dio la
poca a Martín Pescador
…porque lo dejó pasar.
Pasada niñez, antigua
ilusión,
cómo no recordarte si lo
has sido todo,
cómo no recordarte si sos
luz y esperanza.
¡Cómo no hacerlo!
PARTE II
Perdoná si al evocarte
se
me pianta un lagrimón…
Alfredo Le
Pera
MI CIUDAD
a Roberto “Pirincho” Cerutti
Soledosa Buenos Aires
con tus monumentos y paredes
impunemente pintarrajeados,
baches milenarios, casas de masaje,
los personajes de la noche
y los miserables del día;
políticos reiterados y truncas esperanzas,
héroes cobardes que siempre nos engañan,
patotas que te rompen el cráneo
y el punga que se escapa con el toco.
Todo sos, mi ciudad.
El mendigo de Retiro, los yiros de Flores,
yopins, bingo y rula;
las villas colectivas de Lugano,
los cartoneros y los poligriyos
que rondan tus calles,
la manganeta, el acomodo y la joda;
lapio, trolo, traba y bufa.
Sin querer también sos
Homero y Vargas y Julián Centeya;
te veo como Maradona
gambeteando los decretos
que derrumban tu historia;
la bailanta que invadió Recoleta,
cibers, maxikioscos, microcines…
y la pendex de la esquina que la rompe toda.
Soledosa Buenos Aires,
con tus consumidos parques
y un Quijote espantoso
que me hace un corte de manga,
sos el watercló del planeta
turco en la neblina
perro en cancha ’e bochas
padrino pelao
y mirame y no me toques.
Ciudad de la melancolía arrastrada,
¿Qué extraña conjura me incita a serte fiel?
MELANCÓLICO
a Aniceto González (“el Gordo”)
Aquellos días, cuando todo perduraba:
la amistad, el trabajo, los vecinos, el amor,
el buzón de la esquina, la cuajada…
Son míos y les pertenezco.
Era mi ciudad, mi barrio,
era yo mismo.
En las mañanas
la brillante
algarabía.
En las tardes
los discretos
silencios
que sonaban tan diferentes.
En las tertulias trasnochadas
los murmullos
de soledad
- apenas imperceptibles -
de aquellos quiméricos seres
que rebotaban como un insulto
en las gastadas paredes del convoy.
Ellos, con su lamento, se deslizaban errantes
por las penumbrosas calles,
pateando veredas humilladas, cansadas,
cansadas de que le pasen por encima
como a todos, como a
uno.
A veces,
en la intimidad de mis pensamientos,
suelo creer que mi ciudad
es sólo un sentimiento suicida.
MURMULLOS LEJANOS
(Relato no poético, pero muy
necesario)
Aquellos días de purrete, cuando
la mañana despertaba con canciones de feria y pescado sin vender; por el medio
de la calle venía el tano vendiendo pollos, pavos y lechones.
Don Julio, con el mameluco y el
triciclo sucio, repartía carbón y papa.
Era como una obra bien ensayada
donde cada uno y a su turno, representaba su rol.
Cuando se iba Don Carlos, el
lechero de La Vascongada, llegaba el gallego Fernández con la soda “La
Estradense”. Aparecía Jorge, el cartero, que conocía a todo el mundo y sabía de
sus penas y de sus alegrías; el turco que vendía a crédito, Parlatuti con el
último chimento y la Cata, que otra vez echó al marido.
La esquina de casa era como
cualquiera de la ciudad: almacén, librería, peluquería y un rancho de chapas con
la infaltable higuera.
La carnicería a mitad de cuadra,
enfrente el “arreglatodo”, más allá Santina, la partera y Doña Celia, que
aplicaba inyecciones a domicilio.
Era un barrio singular. Por un
lado, la locomotora a vapor, por el otro, el trolebús, y cortando, venía el
tranvía.
No faltaba nada, todo con
respeto, todos laburando. La música de fondo la ponía el afilador con su
flauta.
Por la tarde, la cosa era para
nosotros. Mientras nos colgábamos del carro del mimbrero o del “mateo” que iba
a Palermo, esperábamos al del pirulín, el barquillero o el helado Kadara.
Después se juntaba la mersada en
la esquina y los viejos, sentados a la puerta de calle, hacían el picnic de
todos los días.
Si no había ambiente para
seguirla, nos guardábamos a escuchar a los Pérez García, o el Glostora Tango
Club, o algún número vivo.
La vida tenía sentido y era
inalterable el murmullo que flotaba en el aire.
Cuando paso por mis viejas
calles, tengo miedo.
Desapareció el perfume de las
fresias, las campanitas de los alambrados y la vecinita de enfrente que me
tenía loco de amor.
Las rejas de seguridad, putas
rejas, invadieron y aprisionaron toda intimidad encarcelando nuestra historia.
El barrio se mudó de barrio.
Me rodean edificios cuyas sombras
caen sobre mí, que me persiguen y que me aplastan.
Las casas se ven tan tristes y solitarias
que hasta los fantasmas han huido.
Acaricio las veredas, las
antiguas paredes… y lloro.
HOMENAJE
a Rodolfo Paulino Marcos
Changachangachangachangachangachan
talán, talán.
En la penumbra de mis recuerdos
te veo venir, allá,
por el medio de la calle,
como un títere colgado del cable,
pesado tranvía que sacude su gris
que hace temblar los adoquines
y apura su marcha
para llegar primero al cruce.
Changachangachangachangachangachan
talán, talán.
El 30 que va a Saavedra
y con el 12,
ida y vuelta hasta la Boca
por veinte guitas y en el mismo tranvía.
No puedo asegurarlo,
creo que fue una noche
cuando te fuiste.
Allí acabó todo.
No puedo asegurarlo,
pero creo que esa noche
perdí el sueño para siempre.
TODO PASA
No te vayas, mi viejo barrio.
No te vayas.
Aguantá un poco más
para que este purrete chambón
que transitó por tus calles,
pueda ofrecerte ese reconocimiento
tantas veces postergado.
Son muchas tus heridas, lo sé.
Perdiste todo y ya nadie te mira.
Ni siquiera vuelven aquellos
que una vez fueron tus amigos
y
que poblaron de historias tus calles.
No te amargues más,
yo sigo como siempre a tu lado.
Si te rajás, hacelo de noche,
en silencio, sin lágrimas.
Después de todo
mi viejo barrio,
la gilada ni cuenta se va a dar.
CON EL PASO CAMBIADO
(Relato sin poesía, pero muy
vital)
Te veo Buenos Aires casi con ojos
extranjeros, rodeado de yins, DVD’s, cybers, wasaps, wifi, feisbu, tuiter y
friser on de rock.
Acaso, te siento indiferente, por
aquellos que alguna vez jugamos sobre tu falda y hoy, desesperanzados, huimos
dentro tuyo para disimular esta decadencia irreversible.
Deslizas tu osamenta en forma irreflexiva
y ya no intento alcanzarte.
Me detengo en algún lugar de la
calle Corrientes, espero que pasen los recuerdos y trato de atraparlos. Veo
venir al cine Mundial, el Luxor, el Select. Pasa Groucho fumando su habano y me
guiña un ojo, corro tras él, pero se diluye.
En el Parque Retiro subo en la
montaña rusa, luego, una gorda de tetas gigantescas me incita… a tirar al
blanco, pero yo estoy en otra.
En la calle 25 de Mayo dos
marineros entran en un piringundín y en la puerta de otro “tuburbio” (mezcla de
tugurio y de suburbio) una loca me manguea un faso. Después me acerco al
obelisco y en un rato, nada más, su plazoleta cambia de forma mil veces, y lo
ensucian y lo limpian y lo ensucian y… ¡lo enrejan!
El cine Arte repone Los paraguas de Cherburgo, paseo mi
pinta de Oxford 64 en la esquina de “La Paz”, al tiempo que lamento la pérdida
de la “luca”, “la fragata”, suplantados por billetes con próceres reiterados y
algún que otro traidor.
Y sí, ya no te aguanto. Me rajo
para el barrio, donde las cosas tardan más tiempo en cambiar y puedo
saborearlas a mi antojo.
Tomo el subte, bajo en Malabia y
ya lo tengo a mano al cine Rívoli, el Mitre - 3 películas 3 -, el miércoles
para ellas. Y a la salida, pizza con faina de “Los gallegos”.
Entro en el bar Victoria y el
tufo es el de siempre; en la otra cuadra, Agapito lava la vereda y el copetín
de Juan B. Justo y Corrientes está que arde. El cana, en la garita, ya le dio
paso al trolebús y a un “51” que va con la banderita libre.
El ciruja que vive en el
conventillo de la Paloma duerme su pedo bobo en un zaguán y Calorto empieza a
vocear la sexta Crítica.
Como quien no quiere la cosa, me
arrimo al club Resplandor; ahí están Mateo y el Inglés, con sus 220 kilos,
escabiando Amaro Monte Cúdine; en una mesa juegan al Mús, Sapetti, Geromito, Jalife y el “Foca” Yanella. En la pista del fondo, me veo pateando una pelota
junto a Danielito Fernández, mientras que Mingo y el “Pelado” Díaz juegan al sapo.
A
paso lento y quizás cambiado, regreso a casa.
Lo saludo a Galera que está con
Alfonso el verdulero jugando a la monedita. También lo veo a Oscar “El Pibe”, levantando juego en la
esquina de “La Cancha” (o “El vómito”, como se prefiera”), el bar del barrio y
al turco Jorge, como siempre, vendiendo Chester de contra.
Del templo salen los evangelistas
cantando, … siempre cantan.
Don Cornelio ya sacó la basura, y
mi vieja, como una estampa, me espera en la puerta.
PARTE III
Ya
sé,
no me digás,
tenés razón,
la
vida es una herida absurda…
CÁTULO CASTILLO
NAVIDAD
Ese hombre
que camina y camina
no percibe la felicidad.
Desde las vidrieras
los maniquíes miran hacia otro lado,
los regalos encintados
parecen burlarse de él,
los chicos tiran petardos
sin reparar en su presencia.
Tampoco lo hace la gente,
preocupada por las sidras
y el pan dulce
y las ofertas de dos mangos
y… ¡Qué soledad la de ese hombre!
En una esquina cualquiera se detiene.
Espera, sumergido en su mundo vacío.
Más tarde, un niño viene hacia él.
Con labios apretados
lágrimas escondidas
y el alma acurrucada
vaya uno a saber dónde,
lo ve acercarse.
El pequeño levanta la cabeza
y sonriendo, le dice:
“Hola, papá. Mamá dice que está bien,
el veinticinco lo paso
con vos”.
CACHO DE BUENOSAIRES
a Alfredo “Cacho” Schettini”
Me caíste sobre el coco
de cheno, por supuesto,
y nunca más quise sacarte de encima.
Hoja de plátano ciudadano,
higo maduro de llotivenco,
adoquín, pared de ladrillo y vía de tranvía
de una ciudad que se nos va.
Apenas eso y algunas cosas más,
sos vos, querido y viejo gomía.
Mano corazón, corazón lleno de manos,
dedos que aprisionan el alma cautiva de tu ternura,
y, por si fuera poco, tu poesía.
Tal vez no fuiste el pibe que quisiste ser,
pero sos el hombre a imitar.
Furiosamente sincero y leal,
alimentado de Manzi, Cátulo
y el Gran Dogor, “fueye mayor”.
Te sobra yeca, de Boedo y de Florida
chapa y Recoleta, esquina, gotán y pirigundín.
Tu nombre está grabado en nosotros,
en el Marabú, en el Colón
y en cada rioba, café, billar y corralón.
Cacho tierno, Cacho hermano
- cacho en dio –
¡Cómo te quiero!
A NICOLÁS D’ALESSANDRO
(Maestro del bandoneón)
Vi a los dieciocho pliegues como bocas
que al abrirse hablaban
gemían,
gritaban.
Vi sus dedos artesanales
acariciar los botones marfil
ya gastados,
y a la música
quebrándose entre sus piernas.
En Quejas de bandoneón
el bandoneón
lloró
y sus lágrimas destrozadas
se hundieron para siempre
en el viejo piso machimbrado.
Al finalizar La
cumparsita
las venas
arrancadas a las entrañas del fueye,
quedaron exhaustas y mudas
sobre la colcha apolillada.
- Sadaic me da diez
mangos por mes,
a mí, que tengo discos
grabados
hasta en Japón -,
me dijo resignado.
Su mirada de niño acarició mi alma
cuando lentamente,
como con vergüenza,
me fui yendo.
Entonces arrancó con Sur.
Lo miré desde la puerta
y vi cómo sus lágrimas celestes
se desplomaban
derrotadas
y mezcladas con las del fueye
morían.
FINAL FELIZ
La madre lo parió como pudo
en un hospital atorrante.
Mamó teta de prestado
y vistió ropa de feria americana.
Primaria del estado
minga de cooperadora
y por la tarde
a trabajar al corralón.
Un viejito le enseñó ajedrez
y quiso seguir
pero no pudo.
Intentó pintar, escribir,
actuar, volar, soñar
y tampoco pudo.
Siempre dejó para después
los después
y éstos nunca llegaron.
Colimba en la marina dos años,
empleo burocrático
y novia enfrente de casa.
Yugo y zaguán,
sudor y esperma en la pared.
Tarde para todo, menos al laburo.
Peatón al que siempre atropellan,
El semáforo en rojo es un hábito para él,
las barreras siempre bajas,
el colectivo que se le pianta,
el subte que le cierra la puerta en la cara,
diario meado todos los días por el gato del vecino,
pie que pisa caca a cada rato,
petardo navideño que explota en la mano,
copa derramada sobre el pantalón,
aumentos que no llegan nunca
pero sí llegan los cuernos,
escuela del nene y la mar en coche.
Cada tanto intenta hacer aquello
que nunca pudo
y tampoco
puede.
Entonces vuelven las puertas a cerrarse,
las baldosas flojas,
viajar en el estribo,
hacer la cola
y enfermarse de paperas.
Un día quiso morirse
y pudo.
Lo encontraron sentado sobre la cama,
envenenado
y haciendo un corte de manga.
CHAU,
FLACO
a Alberto Bartaburu
Lo vi acercarse.
La cabeza erguida
como buscando el cielo.
Los ojos escondidos
quién sabe dónde.
Hurgaba en los bolsillos
los últimos centavos de esperanza,
pero no tenía.
Pasó a mi lado sin mirarme.
Entonces recordé épocas mejores junto a él.
Aquellas noches de guitarra, faso y vino.
El barrilete con forma de prisma
que remontamos en la vía muerta
¡Uy flaco…, se cortó!
y el gigante de caña tacuara y papel rojo
que se estrella contra la fábrica de alpargatas.
Lo vi gambeteando en los potreros
¡era un mago con
la redonda!
o tal vez, fue la vida la que orientó
esa magia de zurda que enloquecía a todos.
Detrás de un balcón, la pieza uno,
donde vivía ese amor de muchacha,
amor escondido que jamás salió.
¿Vago, loco, bohemio?
Yo te entiendo, Barta.
Su figura desgarbada
se fue por Vera hacia las vías.
Hurgaba en los bolsillos
los últimos centavos de esperanza
pero seguían vacíos.
Dicen los que lo vieron,
que le sacó pecho a la de vapor,
por costumbre nomás.
PARTE IV
Estás
desorientado y no sabés
que
trole hay que tomar para seguir…
Enrique Santos
Discépolo
DESTINO
Asumí la impotencia
el desasosiego
cuando vi a la humanidad
pequeña bolita descascarada
que irreversiblemente rueda
calle
abajo
ensuciándose
golpeando contra los adoquines
y más tarde
confundida entre las sucias aguas
desaparecer en la alcantarilla.
PINCHO SE TOMÓ EL PIRO
a Antonio Fulco
Nostalgia que se asoma.
Recuerdos que la vida trató de borrar
y no pudo.
Aquel barrio de Villa Crespo
esquina de Darwin y Vera,
el almacén de Don Cornelio
y la peluquería del Tano,
el rancho de Sandoval
la librería de Ema y…
¡Qué bien que estaba!
Los partidos de fútbol en la calle.
El autito de la cana que siempre nos corría
y a veces, …nos alcanzaba.
Memorias minúsculas de aquel país,
de aquel mundo, de aquel universo.
Hoy todo ha cambiado
o fuimos
nosotros.
Tal vez evolucionamos tanto,
que canjeamos figuritas con la vida,
o fue la vida misma
que nos cambió por bolitas.
¡Pincho se tomó el piro!
decía el verso de Julián Centeya.
Y como el Pincho, fuiste vos, mundo
fuiste vos,
barrio
fuiste vos,
país
el que se tomó el piro.
Nos dejaste en banda con todo el bolonqui
permutaste la patria grande por la financiera
o como quieras
llamarla,
jugaste al trueque con el hoyo pelota
y nos hiciste un buco que nos dejó en bolas.
¡Pincho se tomó el piro!
y como el viejo verso de Julián
vos también país
te tomaste el piro.
No existe más el barrio
ni el vecino de treinta años
o el otro de toda la vida.
Los alquileres, Pincho, los alquileres.
No hay más gente de calidad, con códigos;
quedan pocos,
diseminados, pobres,
guachos de Patria
huérfanos de amistad
de vecindad
de
solidaridad.
¡Cómo nos cagaste Pincho!
Te dimos todo y hoy,
ni la pena nos queda.
Empeñaste el alma
cometiste alta traición
rasgaste la bandera
y te hiciste el oso
cuando en la calle San Martín
nos hicieron… Bolsa.
Pincho-país,
Cuanta angustia, cuanto dolor,
si te viera el gran Discepolín
¡qué calor te haría pasar!
SI LO DESEAS,
PODES DEJAR TU COMENTARIO.
MUCHAS GRACIAS Y ...
GRAN SALUTE!!!