CULTURA:
CONTRADICTORIA ARGENTINA
A 200 años de la Revolución de Mayo, dos versiones sobre un mismo hecho
Escribe MIGUEL ÁNGEL GIORDANO
La historia Argentina está plagada de hechos, de dichos y de actitudes con neto corte contradictorio.
Contradicciones que nos han separado desde el inicio de los tiempos, en esta tierra bendita. Contradicciones que nacieron desde la misma primera noche en que Don Pedro de Mendoza se instalara muy cerca de lo que es hoy la ciudad de Buenos Aires y que siguieron desde hace ya 200 años, cuando un día 25, en nuestro Cabildo, se proclamara la supuesta Revolución de Mayo y que de Revolución no tuvo nada. Lo único que se hizo fue derrocar a un Virrey y sustituirlo por otros Virreyes locales que aún hoy, manejan los hilos de nuestra historia.
Aferrados como rémoras a los verdaderos patriotas que idealizaron una nación libre y soberana, aplicaron sobre esos nobles ideales, el más puro Gatopardismo, o sea, “cambiar todo para que nada cambie”.Y así se sucedieron, uno a uno, los hechos que forjaron nuestra historia.
Don José de San Martín dijo:
“El problema de nuestro país NO TIENE SOLUCIÓN.
La única forma para que se resuelva ésta situación, es que una de las fracciones destruya totalmente a la otra.
Y eso es imposible, dado que son fuerzas muy parejas.
Entonces, habrá épocas en que domine una fracción y luego habrá otras épocas en que domine la otra fracción”.
Esta deducción del “Padre de la Patria”, fue dicha en el año 1838, cuando Argentina se debatía encarnizadamente entre Unitarios y Federales.
San Martín llegó a esa conclusión, a solo 28 años de la Revolución de Mayo y hoy, luego de 162 años de su pronunciamiento, nuestra Nación sigue debatiéndose encarnizadamente entre ambas fracciones.
Esas contradicciones de las que hablaba al principio, no han sido superadas a pesar de todas las experiencias nefastas vividas en 200 años.
No sirvieron de nada los esfuerzos de muchas personas con verdadero sentimiento patriótico que quisieron tener la Gran República, ni las corrientes migratorias que llegaron a éstas tierras y colaboraron para tratar de engrandecer a la Nación, ni los derrocamientos de gobiernos, ni Malvinas, ni 30.000 desaparecidos.
La mayoría de los gobiernos democráticos y/o de factos, fueron corruptos y entreguistas y la traición a la Patria fue moneda corriente en casi todos ellos.
Ni Dios ni la Patria, jamás les demandamos nada a esos siniestros personajes que aún siguen encaramados en el poder desde hace más de 200 años.
Porque, entre medio de esas fracciones de fuerzas similares que se disputan, matan, violan y empobrecen a ésta tierra, hay una pequeña porción de AUTENTICOS ARGENTINOS, que aún desean una Patria Libre, Justa, Soberana y Culta, como la que soñaron aquellos verdaderos héroes que murieron en pos de la cristalización de su sueño.
Uno de los pasajes de nuestra historia más fascinante y clara muestra de la idiotez Argentina, fue la batalla que se desarrolló hace justamente 143 años, el 10 de Abril de 1867, en las afueras de la ciudad de La Rioja y que se la conoció como la Batalla del Pozo de Vargas.
Hasta allí se llegó el ejército del gobierno Unitario del por entonces presidente Bartolomé Mitre, al mando del Comandante Antonino Taboada, que debía sofocar una rebelión de aquellos que deseaban otro tipo de Nación.
Esas tropas, estaban comandadas por el Caudillo Felipe Varela y eran, en buena parte, hacendados, obreros y civiles que apoyaban ese movimiento en procura de un país más justo y de riqueza mejor repartida.
Por errores cometidos de parte de Varela, Taboada lo derrota. En el campo de batalla quedaron 1400 hombres muertos y la sangre roja tiñó sus uniformes tanto Unitario o Federal.
La revuelta había fracasado y el régimen liberal imperaría sin oposición durante varias décadas en la Argentina.
Lentamente, las poblaciones del interior se acostumbrarían a estar sometidas a la prepotencia de quienes llegaran desde Buenos Aires y a la pobreza impuesta por una política económica que sólo veía la prosperidad de la región pampeana y de los poderes económicos, tanto vernáculos como foráneos.
En el año 1956, se empezó a escuchar una zamba de pegadiza melodía y que fue popularizada por varios cantantes y conjuntos folclóricos.
Contaba la versión Unitaria de esos hechos ocurridos en el Pozo de Vargas y se la conoció como La Felipe Varela, con letra de José Ríos y música de José J. Botelli.
Algunos años después, el Prof. Julián Amate, escribió una refutación a esa zamba y la denominó: Yo, Felipe Varela, pronuncio, en donde cuenta la verdad Federal.
Para que el lector pueda empezar a entender un poco mejor toda ésta dicotomía, transcribo la versión del Prof. Amate, en donde refuta cada estrofa de la versión Unitaria.
YO FELIPE VARELA: ¡PRONUNCIO!
Desde el Salado y rumbo a La Rioja, en la mañana del 9 de abril de 1867, Felipe Varela a Taboada estas líneas escribe:
"El día de mañana, paso con mi ejército a tomar esa plaza en defensa de la Constitución de mi Patria, la República Argentina, pisoteada por el poder tirano que la oprime. Si a pesar de la advertencia usted insiste, lo haré responsable ante Dios y ante la Patria de las consecuencias del combate".
¡Esta es la comunicación que yo, Felipe Varela, envié a Taboada antes del combate del "Pozo de Vargas”. Y aquí estoy para desmentir esa zamba, y todas las otras zambas que humillan la hidalguía y la machura de mi Rioja.
¡Aquí estoy!, con las espadas de Facundo y El Chacho, para protestar contra la historiografía mentirosa y novelera que desde Mitre estropea la verdad de mi Rioja, de esta Rioja que alzó sus llanos en defensa de la unidad de la Nación.
"Felipe Varela viene
por los campos del Tacuil
el valle lo espera y tiene
un corazón y un fusil"
¡Sí! Vamos por los campos del Tacuil al frente de mis "llanistos", en esta "montonera" que solo deja en mis pueblos ranchos vacíos y mujeres que rezan.
¡Ni fusil ni cuchillo han quedado en mi tierra! Todos van a Salta en esta Montonera que es un montón de sangre ilusionada.
¡Nosotros llevamos un corazón y un fusil!, para defender la soberanía amenazada por "doctores" y "escribas" y peleamos para impedir la entrega de todos los patrimonios.
Ya se levantan Jachal y Chilecito, adormecidos por el criminal escarmiento de la cabeza del Chacho Peñaloza en la pica de la plaza de Olta.
Vienen conmigo "laguneros" sanjuaninos y "llanistos" riojanos.
A mi lado, con las rojas banderolas de sus lanzas, mis dos lugartenientes: Elizondo y Guayama.
¡Y vamos a Salta! Nos baila en el alma un repique pirquinero del metal que cuidamos, de ese metal del Famatina que no quiere ser "gringo" en esta dura aventura de la mina.
"Se acerca la montonera
que a Salta quiere tomar
no sabe que en los senderos
valientes solo ha de hallar"
¡Sí! Ya llegamos! Pero no somos los "bárbaros" que dicen los libros. No somos los enemigos de ninguna cultura. No somos los gauchos de ninguna leyenda negra. Solo tenemos un dolor de Patria. ¡Un dolor muy querido, de tierra y de montaña!
No asesinamos engañados ni matamos indefensos. ¡Peleamos de frente!
Y los que me siguen, me siguen porque sufren y luchan por el ideal añorado.
Esta gente no viene enganchada a culatazos ni pelea asustada por los cañones del malón centralista. Es que la Montonera no tiene los reclutas obligados de esa guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay que llora el Martín Fierro.
Aquí no hay jueces de paz, ni mandones fusileros. Y el ruido del galope no es ruido, es música y copla, que amanece en los pechos riojanos en las noches fogoneras de Atiles, Malanzán, Tama y Olta, que aunque fracasada, esa será la lluvia de eternidad, esa lluvia que no volvió más de pena a esa seca soledad de los Llanos del sur riojano.
"Galopa en el horizonte
tras muerte y polvaderal,
porque Felipe Varela
matando viene y se va"
Matando viene y se va ¡NO! ¡Peleando venimos y vamos!
Es que mienten los que dicen que atacamos de sorpresa. En toda mi campaña ese polvaderal ya era bien conocido por los enemigos. Y por más que luchemos libremente siempre he guardado el decoro "macho" de avisar que nos esperen.
Ni Catamarca, ni Salta, ni Jujuy han visto de súbito la visión del polvaderal. ¡Sabían que iríamos! Lo sabían con toda seguridad.
Y después de la lucha hemos respetado vidas y propiedades que no supieron respetar las tropas de línea de la "civilización" Mitrista.
Y nunca, ¡nunca!, hemos tenido la desgracia de decir que "la sangre de gauchos era buena para abonar la tierra y que no había que economizarla".
¡Ésta es la montonera, ésta es la meznada criolla que alguna vez la historia le pagará su deuda!
Y yo, Felipe Varela, por lo que hice por La Rioja, por el interior y por mi Patria, me vuelvo a la tranquilidad provinciana, a los compases de esta otra zamba, que también es ¡zamba!:
Se acercan los coroneles
marchando desde San Luis
La Rioja espera y tiene
lanza y divisa carmín
Mañana del diez de octubre
desangre por culpa ¿de quién?
del gobernador que estaba
y de otros tercos como él.
Galopa en el horizonte
bajo un cielo federal;
los coroneles de Mitre
Matando vienen y van,
porque, Felipe Varela
NUNCA MATÓ POR MATAR.
Pero, ¿quién fue Felipe Varela, a quien alguien lo bautizó como “El Quijote los Andes”?
A través de la Unión Americana, Varela comprendió en profundidad el proceso político en que estaba sumergido su país y se puso a organizar una campaña militar para intentar la búsqueda de una Nación más justa.
Varela percibió la impopularidad de la guerra del Paraguay, más las decisiones diplomáticas tras la creación de la Triple Alianza y las motivaciones de Mitre, por lo que liquidó todas sus posesiones para equipar un par de batallones de exiliados, así como combatientes chilenos afines a su causa. A fines de 1866, Varela recibe apoyo interno por medio de la Revolución de los Colorados.
En noviembre de ese año, estalla en Mendoza una sublevación de las tropas que debían partir a la guerra del Paraguay, dirigida por el coronel Juan de Dios Videla. Liberan a los presos de la cárcel, entre los cuales se hallaba el doctor Carlos Juan Rodríguez, un federal puntano a quien Videla hizo nombrar gobernador de Mendoza. En pocos días controlan toda la provincia, derrotan al coronel Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza y Videla va a la a la provincia de San Juan, donde derrota y expulsa al gobernador y ocupa su lugar a principios de 1867.
Enseguida derrota al coronel Julio Campos, gobernador unitario de la provincia de La Rioja en la batalla de Rinconada del Pocito.
El mando militar de la revolución quedó en manos del coronel Felipe Saá, que recuperó la provincia de San Luis. En muy poco tiempo habían tomado el poder en todo Cuyo y contaban con el apoyo del gobernador cordobés Mateo Luque.
Varela convoca a las montoneras residuales de otros caudillos muertos en todo el país más combatientes chilenos y en San José de Jáchal, provincia de San Juan, lanza el 10 de diciembre de 1866, su proclama revolucionaria:
¡ARGENTINOS! El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres más grandes epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el General Mitre, gobernador de Buenos Aires.
La más bella y perfecta Carta Constitucional democrática republicana federal, que los valientes entrerrianos dieron a costa de su sangre preciosa, venciendo en Caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos Aires, ha sido violada y mutilada desde el año sesenta y uno hasta hoy, por Mitre y su círculo de esbirros.
El Pabellón de Mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre -orgullosa autonomía política del partido rebelde- ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyuti, Curuzú y Curupaití.
Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en más de cien millones de fuertes, y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño, que después de la derrota de Cepeda, lagrimando juró respetarla.
COMPATRIOTAS: desde que aquel, usurpó el gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos.
Esta es la política del Gobierno Mitre.
Basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste o insoportable situación que atravesamos, y que es tiempo ya de contener.
¡ARGENTINOS TODOS! ¡Llegó el día de mejor porvenir para la Patria!
A vosotros cumple ahora el noble esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el Pabellón de Belgrano, para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos!
COMPATRIOTAS: ¡A LAS ARMAS!
¡Es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos!
¡ABAJO los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores a la Patria! ¡Abajo los mercaderes de Cruces en la Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre Argentina y Oriental!
¡ATRÁS los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente!
¡COMPATRIOTAS NACIONALISTAS! el campo de la lid nos mostrará al enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro jefe y amigo.
FELIPE VARELACampamento en marcha, Diciembre 6 de 1866.
(Documento proporcionado por Joaquín Quiroga, Catamarca 2008)
Varela forma un ejército de 5000 hombres y toma La Rioja. Luego ocupa los departamentos occidentales de Catamarca. En toda esa zona y en la mayor parte del interior del país predominaba un claro sentimiento federal.
Más tarde, el 10 de Abril, va a caer derrotado en el Pozo de Vargas y con esa derrota, va a empezar a diluirse el sueño de la Unión Americana y el de una gran nación federal.
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