jueves, 14 de marzo de 2013

¿FUE MEJOR AQUEL TIEMPO?

Escribe MIGUEL ÁNGEL GIORDANO (Escritoriador, Argentina) * Se vivía “de la casa hacia la calle”. Nuestros viejos y los vecinos salín con sus sillas y sentados a la puerta, tomaban mate con fatura y se contaban los chismes del barrio. Mientras tanto, nosotros jugábamos a la mancha, a las escondidas, a la rayuela, a la bolita, a la pelota,…a tantas cosas. * Jamás nos aburríamos y no nos alcanzaba el tiempo de tantas cosas que hacíamos. * Convivíamos sin problemas ni raros sentimientos, ricos y pobres, extranjeros y argentinos. * Si alguno se portaba mal, recibía un cachetazo o una patada en el culo. Y nadie se quejaba por ello, ni nos mandaban al psicólogo o había una denuncia por violencia familiar o intervenía Amnistía Internacional. Retarnos o darnos un chirlo, era parte de la educación. * Éramos educados y, en su gran mayoría, honestos. * Respetábamos al prójimo. Cedíamos el asiento a los ancianos, a los desvalidos y a las embarazadas. * Nuestra educación comenzaba en nuestro hogar y seguía en la escuela, con maestras/os, que “sabían de verdad” y nos educaban para la vida. Y “Minga de vacaciones de invierno”, nos daban tantos deberes, que pasábamos la mitad de ese tiempo haciéndolos. * Jamás, jamás, se nos hubiera ocurrido gritarles o pegarles a nuestros educadores y muchísimo menos que vengan nuestros padres a increparlos por una mala nota o a pegarles. * Conversábamos mientras comíamos y escuchábamos la radio en familia. * Salíamos “de joda” a las 9 de la noche y volvíamos a casa a las 3 de la madrugada, como mucho a las 4. * Siempre decíamos adónde íbamos y con quién salíamos. * Dentro de nuestras limitaciones económicas, nos vestíamos lo mejor posible y presumíamos de ello. * ”Levantarnos” a una mina era durísimo. Acostarnos con alguna, era como ir a la luna en bicicleta. * Las puertas de las casas estaban abiertas. Si llegaba un desconocido, palmeaba las manos y si no salía nadie, se iba. * Todos los meses venía el cobrador y pagábamos la luz en casa. Nunca supe que alguien lo asaltara. * Si a algún vecino le ocurría un accidente, pegaba un grito y enseguida venía todo el barrio a socorrerlo. * Había solidaridad, respeto y cariño entre vecinos, que vivían toda su vida en la misma casa. * Los alquileres se “arreglaban de palabra”. Después aparecieron los “contratos” y mucha gente, cada dos años, comenzó a deambular por la ciudad y dejó de “echar raíces”. * Ese divagar de la gente, hizo que se pierda la esencia de barrio y que empiecen a perderse todas las cosas que nos hicieron felices. Nos convertimos en exiliados dentro de nuestra propia ciudad. Por eso, siempre digo: “Aquel tiempo fue mejor del que hoy me toca vivir y el que piense lo contrario, es porque la vida pasó a su lado y no vio nada”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario