miércoles, 2 de septiembre de 2015

¡Gigolós eran los de antes! “JAIME DE MORA y ARAGON”




¡Gigolós eran los de antes! 
“JAIME DE MORA Y ARAGON” 

* Recopilación y comentarios: ©Miguel Ángel Giordano (Escritoriador)

En los últimos días, apareció en los medios, un personaje “impresentable” más feo que una noche tenebrosa y no se puede creer, que algunas mujeres le hayan dado “bola”. Feo, desprolijo (sucio, dicen algunos, también), corto de palabras, inculto y fatalmente, carente de estilo y de buen gusto.
Entonces, recordé - como “buen Memorión y Escritoriador”, a un personaje estrafalario pero con mucho carisma y simpatía, que merodeó por nuestro país y que anduvo por los medios, allá por la década de 1970. 
Algunas opiniones exageradas, sobre todo en España, lo consideran como uno de los cinco hombres más trascendentales de la historia de la humanidad, a la altura de un Carlomagno o un Napoleón. Porque sus andanzas, locuras y vida tan dispar como disipada, no tienen parangón con nada ni con nadie.


Don Jaime de Mora y Aragón, “Aristócrata, Dandy y Bon vivant”, que escandalizó al mundo al declarar en la Revista Interviú (Agosto/1983):
“He hecho el amor con monóculo”, nació en el seno de una familia de rancio abolengo, en Madrid (España), el 18 de julio de 1925.
Desde pequeño, mostró sus impresionantes aptitudes para la “joda”, siendo expulsado de multitud de colegios: el Saint Louis de París, Le Rosary de Suiza, el Colegio Naval y el Liceo Francés de Madrid, entre otros.
A los 17 años comenzó la carrera de Derecho, que no acabó jamás, haciéndole un grandísimo favor a las leyes.
Ante tal desapego a la disciplina educativa, dedicó todos sus esfuerzos en dilapidar fortunas en trajes de sastre y en una “farra corrida” que duró toda su vida. Estos gastos y los caprichos de su querida, acabaron por enemistarlo con su familia.


Despechado, se fue a París, donde dormía en los bancos de los parques y se codeaba con la “bohemia parisina”, junto a los existencialistas (era gran amigo de Sartre) y  a toda esa caterva de creadores, de vagos y de mantenidos.
Por esta época, su hermana Fabiola se casa con el Rey Balduino y se convierte  en la reina de los Belgas.
Fabiola nació en Madrid (España), el 11 de junio de 1928 y falleció en Bruselas (Bélgica), el 5 de diciembre de 2014. Su nombre completo era: Fabiola Fernanda María Victoria Antonia Adelaida de Mora y Aragón.
Para su desdicha, Don Jaime no fue invitado al enlace y reaccionó como era de esperar: “Amenazó con publicar los diarios íntimos de su hermana”, con lo que dejó sentado un formidable precedente y verdadera cátedra sobre el comportamiento de todo hermano de princesa.
Se originó un escándalo monumental que le proporcionó jugosos dividendos a las siempre necesitadas arcas de este “gigoló”.
Décadas después, “Champagne” George, el insaciable hermano de Lady Di, seguiría su ejemplo.
Obviamente, un par de meses después, Don Jaime no tenía un mango y, de regresó en Madrid, comenzó a ganarse la vida, ¡como taxista!
Para completar sus ingresos, por las noches tocaba el piano en un “puticlub”. Un día, de buenas a primeras, se fue a Nueva York, donde se convirtió ¡en el primer estibador con monóculo de la historia!
 
Era un hombre muy culto e, incluso, permanentemente alimentaba su cultura con profundas lecturas de los grandes clásicos y siempre estaba curioseando las bibliotecas en busca de ampliar sus conocimientos.
Tocaba muy bien el piano y era un buen recitador de poemas y textos clásicos.
Dominaba 9 idiomas y fue académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y Cónsul General de la República del Zaire.
Le correspondían los títulos nobiliarios de: Duque de Vitonto, con grandeza de España, Marqués de Preux, Barón de Oticoren, Marqués del valle de Oaxaca y Marqués de Tabuerniga.
Títulos que nunca llegó a ostentar, aunque a partir de 1980 intentó habilitarlos a su favor, pero dado su peculiar y díscolo carácter, su multimillonaria y noble familia lo desheredó.
Recaló en Marbella, donde durante muchos años, fue el Jefe de la oficina de turismo, cargo que le permitía estar cerca de las mujeres y de las fortunas.

En su disparatado divagar turístico, se vino para Argentina y aquí, “que no le hacemos asco a nada ni a nadie”, lo recibimos como si fuera el Papa.
Se paseó por todos los canales de TV y la mayoría de las revistas de la época le hicieron notas de todo tipo y color.
Las mujeres hacían fila para poder tener acceso a su vida o simplemente, estar cerca de él.
El 3 de marzo de 1962, Martin Karadagian firma un contrato televisivo con los directores de Canal 9: Manuel Alba e Idelfonso Recalde (en 1963, Alejandro Romay compraría el Canal) y comienza un ciclo que se convertirá en el gran hito de nuestra TV: “Titanes en el ring”, que, en un principio era simplemente: “Catch” o “Lucha libre”.
En ese primer año, Martin Karadagian ve la gran oportunidad y no la deja pasar: Anuncia la gran pelea contra el “Conde Jaime de Mora y Aragón”, quien ya era conocido con el mote de “Fabiolo”, por el parentesco con su hermana que era la Princesa Fabiola de Bélgica.
Don Jaime había llegado a Argentina para participar en programas de TV, a tocar el piano y, un día, fue a ver el show de los “Titanes”.
Como ya estaba pactado, “Fabiolo” concurrió con su esposa y con su secretario y se instalaron en la primera fila. En un pasaje del show, - durante la lucha de fondo -, Karadagian cae del ring y queda arrodillado frente a la Condesa y con su mano le toca una pierna, lo que provoca que Don Jaime de Mora y Aragón, con el monóculo puesto y vestido elegantemente, “se enfurezca” y le dé una bofetada a Martín, quien se defiende “asestándole” un mazazo.
Su secretario, que desconocía que estaba todo arreglado, sale en defensa de Don Jaime y le pega fuertemente a Karadagian, quien reacciona con un fuerte golpe y lo deja Knock Out.
Los hechos son comentados en todos los medios y al día siguiente, Don Jaime desafía a Karadagian a luchar, con la condición de que debían hacerlo en kimono, argumentando que no quería que su piel, fuese tocada por las manos de un plebeyo. ¡Y esto sí que vendió!
Sobre esto del “kimono” hay otras versiones, como que una ordenanza municipal prohibía la entrada a menores de 18 años, por lo que el combate no debía ser de lucha libre sino de judo y estaban obligados a utilizar el kimono.

Otra versión, asegura que intervino la Embajada de Bélgica y le prohibió a Karadagian lastimar a su rival, con la excusa de que Don Jaime “era un noble e integrante de la realeza”.
¡Todo un disparate! Y que hacía más “bizarro” a ese gran espectáculo.
Claro que Fabiolo no sabía pelear, pero aun así, combatieron en el estadio del Luna Park, ante ¡16.000 espectadores!
Toda la previa fue un show aparte. Era una pantomima pública: donde se desafiaban con avisos en los diarios, “cargadas” de todo tipo en cuanto medio radial, periodístico o televisivo encontraban.
Obviamente, ese ridículo “combate” fue único y obtuvo un éxito sideral.
Don Jaime recuerda este hecho, con sus propias palabras:
“Me presentaban como ‘El Conde’. Iba con capa española, sombrero, saludaba muy fino a todas las señoras de la primera fila, besándoles la mano. Y luego salía el pobre armenio, que era el malo y rugía, escupía y me quería dar golpes a traición. Ganamos los dos. Estábamos contratados y, al final, nos repartimos la bolsa”.

Una de las tantas cosas raras que tuvo como “partícipe necesario” a Jaime de Mora, fue la anécdota en donde organizó una subasta de antigüedades para la alta sociedad porteña.
Una señora “bienuda” llegó tarde al hotel donde se celebraba la subasta, cuando Don Jaime ya había vendido todos los muebles. La señora le imploró varias veces que le vendiera algo, lo que fuera. Don Jaime dijo que solo le quedaba la inmensa alfombra que estaban pisando en ese momento, pero que era muy cara. La señora pagó la cifra que le pidió Don Jaime, bajo la promesa de que le enviaría la alfombra al día siguiente a su casa.
No puedo imaginarme la cara de los empleados del hotel, cuando al día siguiente vieron que faltaba la mejor alfombra de sus salones. Por su supuesto, que la alfombra no salió nunca del hotel y Don Jaime se quedó el dinero.

También, se cuenta que Don Jaime o “Jimmy”, como se lo conocía también, solía ir a algún bar de notables y, sentado a una mesa, le pedía al camarero que le traiga un vaso de agua, con el pretexto de que estaba esperando a alguien.
Luego, disimuladamente, introducía alcohol que llevaba en una petaca oculta en su bastón.

Su excentricidad lo llevó a probar suerte en el mundo de la interpretación y, como no podía ser de otra manera, formó una compañía teatral con la que puso en cartel obras como “Las personas decentes me asustan” o “Psicoanálisis de una boda”.
¡Y hasta llegó a hacer cortos publicitarios y grabar discos declamando poesía o tocando el piano!
                         

El cine no se salvó de sus andanzas y tuvo esporádicas y gloriosas apariciones haciendo de él mismo, como en las increíbles películas “Pierna Creciente, Falda Menguante”, “Sex o no Sex” y “Un Adulterio Decente”, junto a Carmen Seilla.
Debutó en el cine en 1961 bajo las órdenes de Vittorio De Sica, en el film “Juicio Universal”.
En las dos décadas siguientes intervino en una treintena de películas, habitualmente en papeles secundarios que respondían de forma sistemática al patrón del personaje excéntrico y pintoresco que él era en la vida real.
 
Entre otros títulos en los que intervino, figuran: Carola de día, Carola de noche (1969), de Jaime de Armiñán; El taxi de los conflictos (1969), de Mariano Ozores; Los extremeños se tocan (1970), de Alfonso Paso; Hay que educar a papá (1971), de Pedro Lazaga y algún título internacional como Nicolás y Alejandra (1971), de Franklin James Schaffner.

Genio y figura. Además de “clase, buen gusto y un alto estilo”, poseía un alto sentido del humor, lo que le permitía desenvolverse con desenfado y sin preocuparse por las habladurías. Cuanto más hablaban de él, más se divertía y cometía más locuras.
Su jugosa existencia, hizo qué, entre cosas, la gente le hiciera una “Fan Page” en Facebook y que se escribieran algunas notas sobre sus peripecias.
En el año 1969, abrió el Club “Fuentes del Rodeo” y en la noche de su apertura, interpretó varias canciones al piano, para amenizar la velada.
Don Jaime, cuya fama de crápula ya era universal, cada tanto lanzaba una de sus frases preferidas:
“Yo divido a la mujer en tres zonas: zona norte, centro y sur. Me interesa conquistar la zona norte para poder invadir el sur e instalarme en la zona centro”.

En Marbella Don Jaime se convirtió en el personaje “bigger than life” y llegaban cientos de personas venidos de los más inhóspitos rincones de toda Europa, para poder admirar su fina estampa “En Vivo y En directo”.
La gente iba a ver a este “Santo Barón de la Buena Vida”, para que los curara de esa enfermedad llamada trabajo. Con lágrimas en los ojos se podía ver a estos peregrinos perseguir tímidamente a Don Jaime en sus quehaceres cotidianos, que consistían, básicamente en… “no hacer nada”: un paseo en Rolls Royce hasta Puerto Banús, una vernissage, un “cocktail party” y todas esas cosas que hacen “tan pesada a la existencia”.
Aquellos que conseguían seguir a Don Jaime en este tremendo ajetreo ocioso durante 24 horas seguidas, recibían la recompensa divina de verlo en sus tres estados: aristócrata por las mañanas, con su monóculo puesto, aristócrata impecable por las tardes, aristócrata informal por las noches (de boite en boite).

A pesar de haberse convertido en el monumento viviente más visitado de Marbella, los apuros económicos siempre perseguían a Don Jaime y durante más de 20 años continuó subsistiendo como pudo, promocionando cualquier cosa, vendiendo tonterías a la incipiente prensa rosa, escribiendo canciones que serían censuradas, como su procaz oda “Christine”, dedicada a Christine Keeler, la amante del primer ministro Profumo, que fue censurada en la BBC, (nada menos) y, por encima de todo, acumulando deudas sin descanso
Claro que siempre “con elegancia”, siempre hecho una pinturita, con su clavel en la solapa, el traje impecable, el anillaje pesado y la gomina esculpiendo su frondosa cabellera.

En una oportunidad, recala en Puerto Banús el célebre traficante de armas Adnán Khashoggi que hace buenas migas con Don Jaime y termina nombrándolo “Asesor de inversiones en Marbella”.
Cobraba por esto, la suma de u$s 2000.- por mes, con los que pudo, al fin, cumplir uno de sus grandes sueños y tal vez el más bizarro: ser “Motoquero” con una Harley y hasta tenía su propia banda: “Hell´s Angels”, cuyos integrantes  lo adoraban como a un Dios.

Don Jaime puso tal empeño en cumplir sus sueños, que al cabo de unos meses fue necesario implantarle un marcapasos. Su salud se fue deteriorando y su presencia en actos públicos  se redujo hasta dejar de existir.
Don Jaime, falleció en Marbella (España), el 26 de julio de 1995, en el Hospital Costa del Sol, a consecuencia de un infarto.
El día de su muerte, hubo un descomunal y demencial desfile de motos Harley y todos aseguran, que ese día  murió Marbella. Y mucho más…  

Estuvo casado con Rosita Arenas (1958-1958) y con Margit Ohlson (1962-1995) y no tuvo descendencia.
Fue académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y cónsul General de la República del Zaire.
Recibió una Distinción Honorífica: “Caballero Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén”.
En Marbella hay un monumento enorme que lo recuerda y también, una avenida lleva su nombre.

Su epitafio, reza: “Fui lo que quise, quise lo que fui”.

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VIDEOS:

DON JAIME JUNTO A MARISOL:
Tengo el corazón contento, de la película: "El taxi de los conflictos"

REPORTAJE ÚNICO: Jaime de Mora y Aragón, el aristócrata