miércoles, 21 de noviembre de 2012

ESTOY FUERA DE FOCO

ESTOY FUERA DE FOCO (Por Miguel Ángel Giordano – Escritoriador)
Miguel Ángel Giordano en el Club A. Atlas. Año 1967 Y claro, para los idiotas soy un vejestorio. La “gilada” prefiere otra cosa. Para los “nuevos genios” de la vida, hijos del cyber, del Twitter, del celular altamente tecnificado y del café con leche con pedorras medias lunas que se toma en las “estaciones de servicio”, puedo parecer “fuera de foco” o anticuado. ¡En las estaciones de servicio!!! Quién se lo hubiera imaginado… Bueh… Sigo. Estos tipos no entienden lo que es el “Fútbol de Verdad”. El fútbol fue y debería seguir siéndolo, un juego de habilidad, de inteligencia, de la pausa y la aceleración justa. Hoy se confunde velocidad con buen juego.
Aquí, unas “perlitas” legadas por el gran maestro DANTE PANZERI: *El jugador movedizo es aquel que pica y frena. El que siempre corre es un robot. El que nunca se mueve es un abúlico o un mal compañero. *El fútbol rápido nunca se hizo con hombres veloces, siempre se hizo con pelota veloz. *Cuando más se mate a la habilidad mayor será la lentitud. *Para jugar hay que correr; pero corriendo no se puede jugar. *El buen jugador no brilla. Brilla el juego que produce ese jugador. Y a veces brillan por el, jugadores menos jugadores que aquel que hace brillar el juego. *Arrancando despacio se puede llegar ligero. Arrancando ligero… se suele llegar tartamudeando. *Sudando no se llega a hacer algo bien hecho. Lo bien hecho se hace por talento acompañado de sudor. *El talento no puede vivir sin el sudor. El sudor no puede vivir sin el talento. Pero el talento puede fabricar sudor y en cambio el sudor no produce talento. *Si es imposible hacer escuelas de amor, tampoco se pueden hacer escuelas de fútbol. Ni el amor ni el fútbol son cursos. Son estados de ánimo. *La única manera práctica de jugar al fútbol… es jugar bien. *Para la mente, hielo; para el pecho, calor; para los pies, tibieza. Esas son las tres temperaturas ideales del futbolista.
JOSÉ MANUEL MOPRENO, en el River Plate de "La Máquina" En mi niñez, en mi juventud y ya más grandecito, íbamos a la cancha a ver a nuestro equipo y a disfrutar de las “cositas” que hacía la mayoría de los jugadores. ¡Y salíamos satisfechos, aunque nuestro equipo haya perdido! Los que entienden de qué hablo, saben y reconocen que la mayoría de los jugadores que hoy pululan por las canchas de fútbol, en nuestra época no los dejábamos jugar o los poníamos detrás de los arcos para que nos alcancen las pelotas. Últimamente han aparecido jugadores habilidosos que uno puede disfrutar un poco al verlos. Tal es el caso de Centurión, Fariña y Vieto en Racing; Paredes en Boca, Mora en River, Ferreyra en Vélez y algunos poquitos más en Nuls, Lanús y se me escapa alguien por ahí.
ÁNGEL CLEMENTE ROJAS (Rojitas). Un fenómeno en Boca Juniors Los contrarios, en su torpeza para contenerlos, los recontra cagan a patadas porque dicen que los “cargan”. En vez de protegerlos, nadie hace nada para defender a esos jugadores que le dan un poco de brillo a éste triste fútbol argentino. En mis jóvenes años, eso era habilidad, buen fútbol y un deleite para los ojos. Para los idiotas de hoy día, eso es “cargada”. Para esos torpes de mente y de desconocimiento del “buen fútbol”, les digo: “Cargada”, en mi época y siempre, era ver a esa maravilla de jugador de Atlas llamado “Pechito” Segovia, quien según la opinión de todos los que lo vieron jugar fue mejor que Maradona, luego de hacer todos esos malabares con la pelota y hacer pasar de largo al contrario, exclamaba: ”IEEEVAAA”. O cuando luego de eludir a varios adversarios, llegaba hasta la línea de gol y volvía para atrás diciéndoles a los contrarios: “Una vez más muchachos, a ver si ahora me la sacan”. Yo no entiendo nada y estoy fuera de foco. Muchos entienden menos y están adentro del fútbol.
Memorable registro del año 1957 del equipo del Club Atlético Atlas, con las camisas originales “Marrón y Blanca”, en ocasión de disputarse un campeonato nocturno en la vieja cancha de Atlanta. Se observa por detrás del arco que daba a las vías del ferrocarril San Martín, las chimeneas de la “quema” de la calle Guzmán. Parados: “Loco” Pugliese, Norberto Bello, Carlos “Negro” Ahumada, Juan C. Bavasso, el arquero ¿?, “Picho” Sericchio, Mario De la Granja, Bello (padre). Hincados: “Negro” Saavedra, Horacio Samat, Edmundo “Pechito” Segovia, “Negro” Ahumada, Carlos “Manblaka” Romero y Carlos Fogliano. (FOTO: Libro “CLUB ATLÉTICO ATLAS”, (El último romántico del fútbol), de Miguel Ángel Giordano. Derechos Reservados. Permitida su publicación siempre que se cite la fuente)

jueves, 15 de noviembre de 2012

SENTIDO RECUERDO DE UNA EPOCA HERMOSA Y HOMENAJE AL AMIGO

NO QUIERO IRME SIN PODER VERTE "La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes." John Lennon
Fuiste parte de la mejor etapa de mi vida. Y no quiero irme sin poder verte una vez más. ¿Te diste cuenta que hoy, casi al finalizar el 2012, se cumplen 46 años sin vernos? Vos, allá en las “Españas”, añorando tu terruño. Yo, en Argentina, en ésta tierra gaucha, esperando tu regreso. ¿Te acordás del Profesor de Literatura de nombre Oronás, en 4° año? Él, alto, corpulento, morochón, nos recitaba: (COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE - JORGE MANRIQUE Copla I - Recuerde el alma dormida) Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado (Copla V- Este mundo es el camino) Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos. Era una de las pocas materias que me interesaban. Obviamente, entre otras cosas, después fui escritor, pero las letras es lo que más me apasionó desde siempre. Vos eras de los más inteligentes de la división. También y junto a mí, de los más “quilomberos”. Cosa rara lo tuyo. Un alumno que estudiaba y que era “liero” también. Tal vez por eso, casi siempre andábamos juntos. Porque nos entendíamos a la perfección. Te recuerdo, siempre lo hice, con tu traje verde claro y el nudo de la corbata que pareció eso: un nudo, porque era muy poco elegante. Pero no nos importaba. En aquella época, esas “pelotudeces” no tenían la más mínima importancia. Los valores pasaban por otros sitios. De qué servía la “pulcritud” de Espósito o de Rial, que todos los años hacían “rancho aparte” y se sentaban juntitos en la primera fila y no le daban bola a nadie. Incluso, ni siquiera vinieron a despedir el año con el resto. Ellos despreciaban a todos en la misma medida que nosotros a ellos. Porque eran dos asquerosos y discriminadores. Recuerdo una vez que a González, que era de los mejores alumnos de la clase, lo basurearon porque tenía un problema en el brazo izquierdo, producto de una parálisis que tuvo de chico. Además y a raíz de ese problema, de esa enfermedad que había tenido, su cuerpo era muy esmirriadito y no podía hacerle frente a nada ni a nadie. Ahí se ganaron mi desprecio. Los putee a los dos en el recreo y casi los cago a trompadas y para contrarrestar esa ofensa, le dije a González (José Luis era su nombre):
-Vení, sentate conmigo.
Y así estuvimos mucho tiempo. Esa circunstancia me demostró y me mostró a un ser estupendo, muy dulce y qué, a pesar de su problema físico, no de dejaba de seguirnos en cuanto despelote hiciésemos. Los otros dos pelotudos deben haber terminado siendo amantes. Mi espíritu inquieto, hoy los psicólogos le dicen: Hiperquinético, hacía que varíe de compañeros y era habitual en casi todos nosotros, cambiarnos de banco. Entonces, yo me sentaba casi siempre con Lucio Cabido. O con José Luis González o con Enrique Colombo, fallecido hace unos años y con quien mantuve la amistad posterior al secundario. José Luis López, un petiso que lo que tenía de buen amigo y de estudiante, lo tenía de “flor de quilombero”. Luis Pirroni, fue medio bola cuatro años y se despertó en quinto año, destacándose como uno de los más lieros. Jorge Schuster, todo un personaje que según me contaron, murió en un tiroteo en un allanamiento o algo parecido durante la dictadura de Onganía, pero nunca pude constatarlo. Ángel Wicszniewisz, en la casa lo llamaban Tito. Su apellido era tan difícil de pronunciar, que esa gran profesora de Inglés que tuvimos cinco años, la Sra. De Gazzave, lo llamaba Winiski, para hacerla fácil y porque nunca le salía el original. Era muy quilombero y después la seguimos juntos en la Facultad de Derecho. Lógicamente, abandonamos antes de que termine el primer año. Arauz, que estudiaba para mago y siempre andaba haciendo “trucos” durante la clase y muchas veces, nosotros hacíamos de ayudantes. Alfredo Lizza, otro “bolonquiero” que uno no sabía si era inteligente o boludo, pero que era un gran amigo y muy fiel. Nos comunicamos un par de veces varios años después y nunca más supe de él. Daniel Nastri, el “lindo” de la división. Rubio, buena figura. Yo conseguía minas y salíamos juntos, incluso hasta un par de años después de la secundaria. Ricardo Reverter, gran pibe y amigo, pero estaba en la segunda línea de la “Barra Brava”. Raúl Todaro, otro gran amigo de la segunda línea. Con sus gruesos anteojos se parecía a Fava, el personaje de la historieta “El Eternauta”. José Luis Peirano, muy buen estudiante y amigo, vivía cerca de casa. Él, muchas veces se alejaba del despelote para no “quedar pegado. Era medio cagón. Mario Spruch Weiser, un muy querido amigo que lamenté siempre no haber podido seguir la relación. Esas boludeces de muchos que al terminar el secundario, nos alejamos de todo. Dejé para el final a Daniel Marota. Sus anécdotas son infinitas y merecería todo un libro. Es uno de los putos más putos que he conocido en mi vida. Desde primer año que me quería “voltear”, siempre quería sentarse conmigo y me pasaba la mano sobre el hombro o intentaba acariciarme la pierna. De familia muy acomodada, era hijo del, por entonces, presidente del Club Huracán. Cada tanto, me hacía regalos para conquistarme. Un fenómeno. Pero era un gran muchacho, muy querible, muy amigo y, por sobre todo, nunca logró su objetivo. Sus aventuras, flirteos y escaramuzas sobre cuanto muchacho lindo pasara cerca, eran notorias, divertidas y, para ese entonces, muy osadas y audaces. Hoy es moneda corriente, pero por esos años, era muy despreciado por la sociedad. Para mí fue adelantado. Me lo crucé una vez en la calle y ya no tenía esa cara regordeta y simpática del secundario. Su rostro denotaba tristeza y en cinco minutos me contó su vida. Desheredado, alejado de todos, poca guita y buscando “chongos” por la ciudad o haciendo algún peso en los baños de Retiro. Lamentable. Me dolió mucho verlo. Me quedo con la imagen de los cinco años que estudiamos juntos. Es mucho más lindo,… y saludable.
Y bien, querido amigo Lucio Cabido, porque me dirijo a vos, te habrás dado cuenta. Pasaron 46 años desde que nos vimos la última vez en el “Rancho de Ochoa” (el popular artista y recitador) festejando la despedida del secundario. Estoy seguro que no te habrás olvidado de todo esto. ¿Te acordás en 4° año a la profesora de Matemáticas? Era la más mala del Instituto Guillermo Rawson. Le faltaba el bigotito y era Adolfo Hitler. Pero no, era alemana y se llamaba Herstein, apellido que cuando se pronuncia ya te produce miedo. Era bajita, gordita, piernas robustas y con su cara siempre roja, lo que la hacía más temible aún. Incluso, siempre venía con un vestido rojo, bien rojo, como para atemorizar aun más al alumnado. Con los años, cuando descubrí al pintor Botero, no pude menos que asociar su cara a cualquiera de sus personajes. Su carácter era terrible y en sus clases, predominaba el silencio rotundo. Yo, como todo hombre de letras, no soportaba a la Matemáticas y mucho menos a “La Herstein”, como se la conocía. Además, la Matemáticas de ese año es la más pesada de los cinco del Comercial, con la Tabla de Logaritmos y no sé cuantas cosas horribles más. No quería estar en sus clases y se notaba en mis notas. Ya en Mayo, me encaminaba con seriedad a Marzo directo. Un día, se me ocurre llevar unos “Cascabeles” al Colegio. En el recreo antes de la clase de “La Herstein”, nos ponemos de acuerdo media docena de forajidos de “nuestra barra” y nos sentamos atrás de todo (por supuesto). Si la memoria no me falla los seis éramos: Cabido, López, Spruch Weiser, Wicszniewisz, Lizza y yo. En medio del silencio sepulcral de la clase de la feroz profesora, empiezo a hacer sonar suavemente debajo del banco a los cascabeles y con voz tipo susurro, los seis mafiosos empezamos a cantar una canción que había popularizado Joselito: “Doce cascabeles lleva mi caballo por la carretera y un par de claveles al pelo lleva mi romera.” Yo le miraba la cara regordeta y roja a la profesora y ella no alcanzaba a distinguir qué era lo que mancillaba su silencio total. Qué era ese murmullo… Al mismo tiempo, nosotros aumentamos “un poquito” el volumen y yo sacudía más fuerte a los cascabeles. Ahí fue cuando la “fascista” profesora, con la cara más roja que nunca, su vestido rojo, más rojo que nunca, dejó la tiza en el pizarrón y se fue de la clase. Nosotros nos moríamos de risa pero esperábamos la contraofensiva. A los dos minutos entraron en el aula, “La Herstein”, “El Chancho” Torres, que era el Director del Instituto, “El Paragua” Rivero, Jefe de Celadores y “Miseria Espantosa” Lozano, Jefe de Piso. El Director preguntó quienes eran los que estaban alborotando la clase so pena de ser fusilados en el patio al lado del mástil, más o menos. De inmediato y para que no sufran consecuencias mis compañeros, me levanté y dije que había sido yo. Pero no fue suficiente y la ligó también mi compañero circunstancial de banco qué, la verdad, no me acuerdo quien era. Pudo haber sido López. La cosa es que el castigo fue que los dos no entraríamos más en la clase de Matemáticas por el resto del año. Lo que significaba algo que estaba escrito: a Marzo directo. ¡Y recién estábamos en Junio! Era muy cómico, entraba la profesora y nosotros salíamos y nos quedábamos pelotudeando en el patio toda esa hora. Afortunadamente, en el examen de Marzo, no estuvo esa profesora y pude rendir bien. ¿No te acordás Lucio? En quinto año, faltaba poco para finalizar el año. Durante el recreo y previo a la hora de Contabilidad dimos vuelta los bancos y cuando entró ese gran profesor de apellido Falcón, estábamos todos de pie, de espaldas y mirando el ventanal del fondo. El profe, que nos conocía desde primer año, fue hacia el escritorio, dejó la libreta de clasificaciones encima y dijo: ¡Gente grande! Ahí nos empezamos a cagar todos de risa, incluido él y volvimos los bancos a su lugar. Sabíamos a quién le hacíamos la joda, porque otro profesor quizás no lo hubiese tolerado. Pero Falcón era grande de verdad, como educador y como persona. Tantas historias que hemos vivido juntos. Tantas que “pudimos” vivir. Se nos fue la vida y aún, sin estar juntos, sin vernos hace 46 años, estamos unidos. Pero no quiero partir sin poder verte una vez más. Sin tomar algún vino o comer un asadito criollo. Con vos y tu familia. Conmigo y mi familia. Contarnos qué hicimos con nuestras existencias. Tristezas y alegrías. Y el futuro de nuestros hijos y, en tu caso, tus nietos también. ¿Qué estamos esperando? Por eso, cito a Jorge Manrique nuevamente: Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando.

jueves, 8 de noviembre de 2012

*Tributo a Leonardo Favio*

TRIBUTO A LA “CREACIÓN” *Tributo a Leonardo Favio* Escribe MIGUEL ÁNGEL GIORDANO (Escritoriador)
¡Qué vida la nuestra! Ínfimos seres, deprimente raza humana que derrocha su existencia corriendo detrás de NADA y no alcanza a ver todo lo bello que tiene a su lado, o que a veces, lo roza por un momento. Son lo que yo denomino: “hechos mágicos”. Esas pequeñas o grandes cosas o sucesos que bordean a nuestro cuerpo y penetran si se lo permitimos o se alejan si lo ignoramos. Cuando nos damos cuenta del error queremos solucionarlo, pero ya es tarde. Lamentablemente, siempre es tarde. Entonces, casi siempre nos quedamos con las ganas de pedirle disculpas al amigo que herimos, o el beso sensual que no dimos a nuestra amada, o la caricia a nuestros hijos, o simplemente contemplar a la naturaleza, o a los animales. Siempre es tarde. Las cosas ocurren y ni nos enteramos. Pasan a nuestro lado y no le otorgamos la importancia necesaria, la importancia que se merece. Después, llega lo irreparable, llega la muerte y con ella, afloran todos nuestros arrepentimientos. Pero es tarde. Ya se fue ese amigo, o la amada o se alejan los hijos, la naturaleza parece descartarnos y los animales nos dan vuelta la cara.
Leonardo Favio es uno de esos “hechos mágicos” que nos eligió para que lo adoptemos o para que lo desterremos. Yo lo adopté. Él es diez años mayor que yo. Hoy no es nada. Pero cuando fui al estreno de la película “Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más...”, título extenso y curioso para aquella época (1966), él tenía 28 años y ya había filmado “Crónica de un niño solo”. Yo hacía apenas cuatro años que escribía mis primeras poesías, mis primeros relatos y cuentos. ¡Y él ya era un reconocido director de cine! Muchos, entre los que me incluyo, queríamos a ese hombre que salía a la palestra a pelearle el sitio de privilegio de los directores de esos años, pero que no habíamos entendido bien el mensaje de esos grandes films. Pocos años después, comprendí todo. Cuando descubro a Vicente Huidobro, el gran poeta chileno y precursor inexcusable de lo que vendría después. Ahí me di cuenta de que Favio no era un “creador”, como se le decía y como aún hoy se lo califica. Favio era un CREACIONISTA al estilo Huidobro, aunque él lo ignorara. (O no). Porque era tan intuitivo que sabía muy bien que ese era el camino. Huidobro decía que no soportaba a los poetas que escribían: “El pan está sobre la mesa”. Un Creacionista diría: “Dios está sobre la mesa” o “El hambre está sobre la mesa”. Y Favio nos contó las cosas de otro modo, para que nos enriquezcamos, para que pensemos y no estar sentados en una butaca como ostras sin sentir absolutamente nada. Viendo las películas de Leonardo Favio, uno sabe que cada escena es una película en sí misma y siempre va a haber elementos que nos subyuguen, que nos conmuevan. Y eso, Señoras y Señores: ES EL ARTE.
Aprendió al lado de Leopoldo Torre Nilson, un director de cine que es venerado como a uno de los mejores. A mí nunca me gustó, a pesar de que hizo grandes superproducciones (San Martín, Güemes, Martín Fierro), muy taquilleras y otros filmes de muy buena calidad que sí me agradaron: La casa del ángel, Fin de fiesta, Los siete locos y Boquitas pintadas. Pero Favio sabía, intuía que el camino era otro. Su fidelidad a sí mismo y a sus orígenes, su coherencia a lo largo de su vida queriendo darle a la gente “lo mejor de mí y no defraudarlos” (SIC), más sus dotes innatas para “ver” lo que otros no alcanzan a distinguir, su meticulosidad para lograr siempre lo perfecto o casi perfecto y su “curiosidad” para encontrar nuevos rumbos, nuevos mundos, fueron los artífices de toda su magnífica obra.
Por la idiotez humana, tuvo que emigrar del país y buscar otros caminos. Estuvo con su familia, algunos años en Colombia. Vivieron en la localidad de Pereira y mientras él daba charlas y tertulias de cine entre los universitarios, Carola, su mujer, estudió y se recibió en la Facultad de Filosofía y Letras. A Favio le encantaba Pereira porque todo lo tenía cerca y más que una ciudad, le parecía una gran familia, donde la calidez de la gente lo hacía sentir uno más. Además, la tranquilidad de la ciudad le permitía concentrarse en su trabajo y descansar de las continuas giras como cantante. En esos duros años en Argentina, previos al exilio, cuando no querían darle dinero para sus películas y los avatares políticos lo expulsaban, se refugió en la música. Y allí también descolló y superó a los grandes “titanes” del momento como eran Palito Ortega y Sandro. Los diferentes públicos de habla hispana y de otras latitudes, lo consagraron y sus discos se vendían masivamente. Ahí tuvo la fuente para poder filmar lo que él realmente quería. Juan Moreira (1973) y Nazareno Cruz y el lobo (1975), son la clara muestra de todo lo que he dicho. Nazareno Cruz y el lobo y El romance del Aniceto y la Francisca, están consideradas como las mejores películas del cine argentino. Crónica de un niño y Juan Moreira, están ahí cerquita. Y todavía quedan Gatica y Aniceto. Para mí, Juan Moreira es la mejor. Porque en esa película, Favio no solo muestra un personaje histórico dentro del ambiente campero. Es una historia de amistad, de amor, de odios, de discriminaciones, de traiciones y de valor. También, es una muestra clara de la suciedad política y los abusos de poder. Creo que es una película completa. El final es apoteósico. Un Juan Moreira acorralado por 25 hombres de la ley en el prostíbulo, almacén y pulpería "La Estrella" de la localidad de Lobos (Provincia de Buenos Aires) y aunque sabía que estaba rodeado, sale a pelearlos cara a cara con dos revólveres y un cuchillo. La escena de Rodolfo Bebán (Moreira) atravesando el pasillo del prostíbulo matando, siendo herido y luego su “casi huida” intentando saltar una tapia para llegar a su caballo, son de una belleza pocas veces vista en el cine de todo el mundo. Finalmente, va a ser herido de muerte por la espalda, por la bayoneta del sargento Chirino, quien le perforó el pulmón izquierdo. Sin embargo, Moreira alcanza a disparar su trabuco hiriendo en el rostro a Chirino que como consecuencia de ello, perderá un ojo. Fue tan importante ese hecho de ser atravesado a traición, que a partir de entonces, la gente de pueblo empezó a llamar a las traiciones: “Chirinada”. Otra escena memorable ocurre en el film Nazareno Cruz y el lobo, cuando Nazareno (Juan José Camero) rueda por un barranco que parece interminable y desemboca en lo que sería el Infierno. Ahí lo estaba esperando el Diablo, encarnado por un impecable Alfredo Alcón, quien le ruega que cuando esté frente a Dios, le pida por él, para que lo perdone y lo libere de su labor. Esta escena es de una belleza infinita, con una calidad cinematográfica inusual. La iluminación, la fotografía, el conjunto en general, es tan bello, que uno no puede menos que emocionarse y llorar. Y eso solo se logra cuando alguien entrega su amor y su alma en una obra artística. La película ganó muchos premios y es la más taquillera en la historia del cine argentino.
En Aniceto (2008), su último film, logró lo que él siempre quiso, a decir de sus propias palabras: “Para el personaje de Aniceto, lo elegí a Henán Piquín, porque además de ser un excelso bailarín, tiene la cara que yo quería. Piquín sin dudas es Aniceto.” “Para la filmación, conseguí un galpón abandonado de 400 metros por 200 metros y eso me permitía crear con las luces, yo mismo, el sol, la luna, las estrellas, el universo entero, también el viento, la lluvia y el resto”. Para los que no lo saben, la base del Creacionismo de Vicente Huidobro es: “Crear su propio mundo, completamente desligado de la realidad. Rechaza la mimesis, es decir, el reflejo de la realidad de una forma verosímil, porque según la ideología creacionista la mimesis no crea nada que no existía previamente.” Huidobro dice en su manifiesto: “No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas. Ya no podrás decirme: 'Ese árbol está mal, no me gusta ese cielo; los míos son mejores'. Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los tuyos y que no tienen por qué parecerse.” Huidobro también decía: “El poeta es un pequeño Dios”. Y Favio, con Aniceto, logra SER DIOS. Logra crear su propia naturaleza y un mundo a su imagen y semejanza. Entonces, no es desacertado suponer que Favio sabía de esos fundamentos y lo reflejaba en sus películas.
Y ese es Leonardo Favio. Ese “hecho mágico” que me penetró y al cual nunca dejé salir. Porque yo sabía que me estaba enriqueciendo y sería mejor ser humano sintiendo adentro mío todo su arte y porque él sabía que yo lo retendría. Los dos nos buscábamos. El encuentro no fue casual. Fue y es lo que ambos deseamos.

lunes, 5 de noviembre de 2012

WOODSTOCK, el festival que no se olvida A cuarenta y tres años de un suceso que conmovió a la juventud de la época y que quedó marcado a fuego en el corazón de varias generaciones
El festival de música y de arte, conocido por Woodstock, es uno de los eventos de rock más famosos de la historia. Tuvo lugar en una granja de Bethel, Nueva York, los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969. Lleva el nombre de Woodstock porque en un principio, estaba programado para ser realizado cerca del pueblo de Woodstock, en Ulster County. Tras una fuerte oposición local que casi lo cancela, Sam Yasgur convenció a su padre Max para acoger al concierto en los terrenos de la familia, localizados en Sullivan County. Entre algunas perlitas, puedo mencionar que hubo tres muertos durante los tres días del festival. Uno por sobredosis de heroína, otro por peritonitis y un tercero por ser atropellado por un tractor. Hubo dos nacimientos en medio de la concurrencia. Se realizó un documental sobre este concierto, dirigido por Michael Wadleigh y montado por Martin Scorsese. Fue estrenado en 1970 y ganó el Premio Oscar al mejor documental. La película ha recibido el título de "culturalmente significativa" por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y seleccionada para su conservación en el National Film Registry.
Placa conmemorativa, fotografía de Heinrich y Friedl Winter Woodstock, está considerado como el más grande y el mejor de todos los festivales de música y arte de la historia. Congregó a 1.000.000 de espectadores, 340.000 más de los que esperaba la organización, y se estima que 250.000 no pudieron llegar, la entrada costaba u$s 18.- de la época para un solo día, por lo que en la actualidad costaría sobre unos u$s 24.- y el bono de tres días estaba a u$s 94.- Woodstock se convirtió en el ícono de una generación de norteamericanos hastiada de las guerras y que pregonaba la paz y el amor como forma de vida y mostraban su rechazo al sistema. Muchos de los concurrentes eran hippies (como vulgarmente los denominaba la gente). En el festival, abundaban las melenas y los amuletos, las chicas lucían faldas de colores y sus símbolos eran la bandera del arco iris y el símbolo de la paz. Los "hippies" estaban en contra de la guerra de Vietnam, por lo que Jimi Hendrix tocó el himno estadunidense en eléctrico durante el festival para demostrar que, aunque estuvieran en contra de la política militar de su país, seguían siendo estadounidenses. Aparte del pacifismo, sus ideales eran el amor libre, la vida en comunas, el ecologismo y el amor por la música y por las artes. Desde Woodstock, la mayoría optó por el bajo perfil lejos de la publicidad y, en numerosos países, han evolucionado en forma de comunas hippies o ecoaldeas, también denominadas “comunas del año 2000”. Además, siguen dándose cita en algunos festivales y encuentros para celebrar la vida y el amor, como en el Festival de la Paz. En el festival, se vivieron intensas noches de sexo y drogas, destacándose el consumo de LSD y Marihuana. Aunque inicialmente el concierto se organizó pensando que conllevaría pérdidas para la organización, el éxito del documental sobre el evento hizo que finalmente resultara un acto rentable. Posteriormente se celebrarían otros festivales de Woodstock, en los años 1979, 1989, 1994 y 1999, pero el de 1969 es el Woodstock por antonomasia. Durante los tres días, actuaron en éste orden: Viernes 15 de agosto (El concierto empezó oficialmente a las 5:08 PM). *Richie Havens (Abrió el festival - tocó 7 canciones) *Swami Satchidananda. (Dio la invocación espiritual para el festival). *Country Joe McDonald (Tocó sin su Banda The Fish). *John Sebastian *Sweetwater *Incredible String Band *Bert Sommer *Tim Hardin *Ravi Shankar (Tocó cinco canciones mientras estaba lloviendo). *Melanie *Arlo Guthrie *Joan Baez
Sábado 16 de agosto (El concierto se reanudo a las 12:15 PM). *Quill (Tocó durante 40 minutos un recital de 4 canciones). *Keef Hartley Band *Santana (Tocó 7 canciones, entre ellas: Persuasion). *Canned Heat *Mountain (Tocó más de una hora, incluyó un tema de Jack Bruce's). *Janis Joplin (Realizó dos repeticiones de Piece of My Heart y Ball and Chain). *Sly & The Family Stone (Empezaron a la 1:30 de la mañana). *Grateful Dead *Creedence Clearwater Revival (Tocaron 10 temas, entre ellos: Commotion). *The Who (Comenzaron a las 3 AM, tocaron 24 canciones incluyendo Tommy). *Jefferson Airplane (Empezaron a las 8 AM de la mañana, su repertorio incluyó ocho canciones, su concierto en este festival es considerado como uno de los momentos más memorables de la historia del rock). Domingo 17 de agosto, a Lunes 18 (Luego de la noche maratónica, el programa del día se inició a las dos de la tarde). *Joe Cocker (Fue el primer concierto del día). Después de Joe Cocker el festival se suspendió durante unas horas por una fuerte tormenta. *Country Joe and the Fish (Con ellos se reanudó el concierto a las 6 PM). *Rock and Soul Music *Ten Years After *The Band (Interpretaron 11 temas). *Blood, Sweat & Tears (Fue sobre la medianoche con cinco canciones). *Johnny Winter Crosby, Stills, Nash & Young (Empezaron a las tres PM, su recital se dividió dos partes, acústica y eléctrica y tocaron 18 temas). *Paul Butterfield Blues Band *Sha-Na-Na *Jimi Hendrix (Insistió en ser él quien tocara en último lugar. Estaba programado para la medianoche, pero por retrasos en el festival, tocó a las 9 de la mañana del lunes. Empezó con un público de 80.000 personas y alcanzaron a verlo más de 500.000 personas. Su recital duró dos horas, y es el concierto más largo de su historia. Tocó 18 canciones, concluyendo con Hey Joe).
EL WOODSTOCK DE LAS PAMPAS En nuestro país y en medio de una feroz dictadura, se quiso hacer un festival parecido al de la granja de Bethel. La idea fue del recordado Edgardo Suarez, que fue uno de los más calificados locutores de la radiofonía Latinoamericana y su latiguillo “Hola Pariente”, aún se recuerda con cariño. También fue un excelente actor y actuó en varios films, entre otros: La guerra del cerdo, Paño Verde, El Pibe Cabeza, Tiro de gracia, The players vs. Ángeles caídos, etc. Leonardo Favio lo convocó para dos de sus más renombradas películas: El romance del Aniceto y la Francisca y Juan Moreira, en donde encarna al “Cuerudo”, un memorable papel. Cuenta Favio, que fue a Mendoza a buscar lugares y conoció al Negro Edgardo Suárez, que era locutor en la provincia. -Me acompañó a hablar con el intendente para conseguir una grúa. Yo lo miraba y me daba cuenta de que él era el compadre Renato (El Romance…). Lo contraté, lo traje a Buenos Aires y se quedó a vivir acá. Lo metí a trabajar con Romay en Radio Libertad. Y así empezó su carrera en Buenos Aires. El Negro Suarez eligió para su festival, las afueras de la ciudad de Lobos, distante a 110 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires El sitio, en los alrededores de la laguna de Lobos, intentaba emular o identificarse con Tanglewood, Wight o el mismísimo Woodstock. El por entonces Intendente Municipal de Lobos, Abel Francisco Alejandro Culela, aprobó la realización del “Primer Festival Argentino de la Música Joven” y, en seguida, varias cuadrillas de operarios iniciaron la instalación de 80 baños, 40 grifos de agua y una gigantesca red de equipos sonoros y de iluminación. Se construyeron puestos sanitarios y un gran escenario al aire libre. "Un encuentro musical con características absolutamente nacionales", decía Luis Alberto Nozzi, uno de los organizadores. Edgardo Suárez, uno de los padres del Festival, expresaba: -El Festival tiene prevista la actuación de cantautores y juglares (Facundo Cabral, Pajarito Zaguri, Moris, Miguel Abuelo); números de proyección folklórica en actitud de cambio (El Cuarteto Zupay, Víctor Heredia, el Grupo Los Montoneros) y también se incluye a la vanguardia del tango con Piazzolla y la Baltar a la cabeza. Por supuesto, música pop, beat, soul y rock'n'roll. Todas las hornadas (Almendra y Manal se presentarán por última vez antes de su separación), Los Gatos, Arco Iris, La Barra de Chocolate, La Cofradía de la Flor Solar y Moris. Todos se internarán del 19 al 21 de setiembre en un “mistery magical tour” de 72 horas. El locuaz Negro Suarez continuaba explicando con entusiasmo los preparativos de éste mega evento: -El parque del Country, un exclusivo club de 100 hectáreas, espera alojar hasta 250.000 personas en carpas, automóviles y cálidas bolsas de dormir, bajo las estrellas. También, a un numeroso personal especializado en evitar cualquier tipo de perturbación. Más que a la inversión de 80 millones (de los “viejos”), se exige proteger la continuidad de "una experiencia sana y pacífica como hasta ahora nunca se permitió a la población joven de la Argentina". Suarez ha previsto qué, como el histórico encuentro de Bethel, el de Lobos tendrá su film. Estará a cargo de un equipo de cineastas de Delta Films y el apoyo documental de Canal 13 y Radio Rivadavia. Pero claro, los gritos que pegaron algunos pobladores conservadores de la zona, más la presión de la iglesia y al fin, el “darse cuenta a tiempo” de los dictadores de turno, provocó la suspensión del festival y la desazón en miles de entusiastas jóvenes. Y la Argentina se quedo sin su WOODSTOCK.
Atardecer en la laguna de Lobos (Foto: tiempo-compartido.vivavisos.com.ar)