El 17 de
febrero del año 1600, en el “Campo
dei Fiori”, en Roma. Giordano Bruno era quemado en la hoguera por los
obtusos y mediocres de la época.
Hoy, yo los
llamo “NADOIDES”, palabra que he acuñado:
“NADOIDE”: Masculino/Femenino. Adjetivo
calificativo. Persona que es nada o vale nada. Referido a los sujetos/as que no
tienen valores humanos, o morales, o espirituales, o intelectuales. Por
extensión: personas que nunca hacen nada positivo y se dedican a destruir lo
que hacen los demás.
Había sido perseguido
por los seguidores de Calvino y excomulgado por los protestantes. Por fin y después
de años de prisión y de haberlo sometido a las más viles de las bajezas
humanas, fue condenado por la Santa Inquisición por "herético impenitente,
pertinaz, obstinado y expulsado del seno de la Iglesia Católica".
Giordano Bruno,
cuyo nombre era Filippo Bruno, nació en 1548, en Nola, una pequeña localidad a 10
Km de Nápoles, en la falda del Monte Vesubio. Por
ese entonces, el estado de Nápoles era una colonia Española y ese ambiente, que
era contrario a la dominación extranjera más el espíritu indoblegable y rebelde
de sus habitantes, son los elementos que
influyeron en el espíritu de Giordano a lo largo de su vida.
Ingresó en el Monasterio de la Orden los
Dominicos de Nápoles cuando tenía 17 años y cambia su nombre de Filippo por el de
Giordano. Muy pronto, sus estudios científicos empezaron a poner en tela de
juicio los dogmas de la Iglesia, por lo que fue denunciado y en 1578 tuvo que dejar
el convento.
Sus problemas habían
comenzado durante su adoctrinamiento, cuando insistió en rechazar las imágenes
de los santos, aceptando sólo el crucifijo. En 1566 tuvo lugar el primer procedimiento en su contra
por sospechas de herejía pero ese proceso no prosperó. En 1572 fue ordenado como sacerdote dominico en Salerno y pasó al estudio de Santo Domingo Mayor, donde
recibió en 1575
el título de Doctor en Teología de la Orden.
En 1576 fue acusado de desviarse en la doctrina religiosa
y tuvo que abandonar la orden y huyó a Roma, en donde consiguió asilo en el Convento
de Santa María en Minerva.
Tiempo después, viajó por toda Italia y Francia y al llegar a Génova, donde Calvino tenía
una república protestante, realizó algunos actos de inconformidad por lo que
fue hecho prisionero hasta que se retractó de lo dicho. Abandonó el calvinismo
acusándolo de ser contrario a la libertad intelectual.
Se fue a París y tras varios choques por
la guerra religiosa, el rey Enrique III lo aceptó como profesor de la
Universidad en 1581.
Posteriormente viajó a Londres donde
fue profesor en la Universidad de Oxford. Como era un gran estudioso de la
“filosofía aristotélica”, allí insistió con sus escritos y conferencias intentando clarificar las
mentes con sus ideas científicas acerca de la pluralidad de los mundos y los sistemas
solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio, el Universo y el movimiento de los astros, lo cual escandalizaba a la cristiandad más conservadora de la época, porque cuestionaban las teorías de Copérnico y desafiaban una idea
aceptada desde los tiempos de Aristóteles, que afirmaba que el universo era
infinito y compuesto por numerosos mundos, parecidos a los del sistema solar.
Aseguraba que, en materia de física, la aceptada diferencia aristotélica entre
"forma" y "materia" era irreal. Pero no paraba ahí. Tal
como lo haría Galileo poco después, ponía en duda todo o casi todo lo que sobre
astronomía decía el Antiguo Testamento.
El ambiente que ocasionaron sus
teorías se volvió hostil hacia él y regresó al continente. Viajó por varios
países europeos como profesor en distintas universidades o dando conferencias y
escribiendo trabajos sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria.
Pero su teoría sobre la posibilidad de coexistencia pacífica de diversas
religiones, le reportó otra excomunión, ahora de la iglesia luterana.
Excomulgado por católicos,
calvinistas y luteranos, en 1591 comete el error de aceptar la invitación de
Zuane Mocenigo para ir a Venecia, quien lo requería para aprender sobre el arte
de la memoria. Las relaciones entre profesor y alumno no fructificaron en parte
porque Mocenigo tenía una idea de Bruno como un mago y no como el pensador que
era. Al tratar de abandonarlo, Monciego lo denunció a la inquisición por las
ideas herejes que, según él, le había transmitido. Bruno fue apresado por la
inquisición e interrogado en Venecia, y trasladado a Roma, donde estuvo siete
años prisionero.
Los inquisidores querían una
retractación explícita y absoluta de todos sus argumentos, pero Giordano Bruno
creía en todo lo que había escrito y dicho y no se retractó. El Papa Clemente
VIII ordenó que se le condenara y Bruno fue conducido a la hoguera.
De estos hechos, la Iglesia Católica
pidió tímidamente perdón en el cuarto centenario de la muerte de Giordano, en
el año 2000. En 1992, una
comisión papal había reconocido el error del Vaticano sobre la condena
eclesiástica a Galileo.
Este verdadero
“pensador”, tuvo la osadía de cuestionar la virginidad de la Virgen María y el
carácter divino de Cristo y para muchos, fue un propulsor de la libertad de
pensamiento.
Para algunos
astrónomos, Giordano Bruno evitó que la teoría heliocéntrica de Copérnico -
según la cual el Sol no es el que gira alrededor de la Tierra, sino que es ésta
la que gira alrededor del Sol - cayera en el olvido.
Bruno construyó
un puente entre Copérnico y Galileo lo suficientemente sólido como para cambiar
toda la concepción científica sobre el Cosmos. Galileo, amigo de Bruno, confirmó
con sus observaciones a través del telescopio (se dice que lo inventó el propio
Galileo) la puerta abierta por Copérnico. Y, obvio, Galileo también murió condenado
por la Inquisición.
Para algunos
herméticos, Giordano Bruno recuperó la magia de los sacerdotes egipcios,
recogida por Hermes Trimegisto. Para ello elaboró un misterioso libro que lleva
por título “Los treinta sellos”, una de las más enigmáticas obras de Bruno, que
tenía como finalidad formar a magos a través de un reconocimiento virtual por
el Cosmos dibujado en unos diagramas. Bruno lo llamó la mnemotecnia mágica.
Para algunos
filósofos y políticos, Giordano Bruno fue un saludable provocador y según
otros, un individuo que despreció el poder temporal ejercido por la Iglesia
Católica sobre todo al afirmar que Dios ha creado infinitos mundos parecidos a
la Tierra, que Cristo hizo milagros sólo aparentemente y que no hay castigo
para el pecador. Incluso recomendó lo que llamaba los "amores
vulgares", aunque él prefirió centrarse en los "amores
heroicos", según sus palabras.
Recién entrado
el siglo XXI, algunos investigadores apuntan a que Bruno también sembró la
semilla que propició esa desesperante escisión entre ciencia y religión que ha
afectado profundamente al desarrollo de nuestra cultura occidental.
El poder de los demonios
"Los magos tienen por axioma que Dios influye en los dioses, los
dioses en los astros, los astros en los demonios, los demonios en los
elementos, los elementos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en
el animal entero", afirma Bruno
en su obra sobre magia
Y más adelante
prosigue: “Para los demonios es más fácil
penetrar por los cuerpos e introducir pensamientos. Hasta tal punto taponan
nuestros sentidos con ciertas impresiones sensibles, que a veces nos llega a
parecer que estamos imaginando por nosotros mismos aquellas cosas que ellos nos
sugieren.".
Cuando Bruno
utiliza la palabra "demonio" se está refiriendo a una
categoría de espíritus que podían ser tanto seres malignos como benignos, pues
para los pensadores antiguos "demonio" no tenía por qué identificarse
con el diablo, sino que era el diminutivo de “daimon”. Así, no es de extrañar
que Bruno resalte la importancia que tiene para el mago, el conocer exactamente
toda clase de demonios y cómo operan, pues según afirmaba, el trato con estos
seres despierta en el mago la capacidad de ver más allá. El demonio se
compromete ante el mago a hacerle entrega de sus poderes y facultades. Para
Giordano Bruno, a través de los demonios se consigue una exacta descripción de
los mecanismos que se desencadenan en la Naturaleza y, por extensión, en todo
el Universo.
Sin embargo,
todo este conocimiento herético no era suficiente. No bastaba con identificar
demonios y darles nombre. El mago precisaba conocer el arte de vincularlos. Y
el gran vinculador, dice Bruno, “es el amor”. Sin amor, la magia no es
operativa.
Erotismo y mística
Una de las
claves que tanto incomoda a los sectores más ortodoxos es el erotismo al
servicio del conocimiento. Y más aún, cuando quien afirma esto es un sacerdote,
como en el caso de Giordano Bruno. Para Bruno, sin erotismo no hay conocimiento
sobre la Naturaleza
Es más, sin
sumergirse en una relación erótica, no hay transformación personal. El mago
consigue transformarse a través de las dos Venus, en referencia tanto al amor
cortesano como al divino. En este aspecto, Giordano Bruno se inspira en Cornelio
Agrippa, discípulo de Paracelso.
Bruno afirma que el furor del amor apasionado es una experiencia que
convierte al alma en divina y heroica, algo parecido a las palabras del
discípulo de Paracelso: "El furor
amoroso, proveniente de Venus, transforma el espíritu del hombre en una
divinidad gracias al ardor amoroso y le convierte en algo completamente
semejante a Dios, en una verdadera imagen de Dios".
Estas palabras
recuerdan a todas aquellas agrupaciones heréticas que reivindican la femineidad
para alcanzar el conocimiento. Grupos que la Iglesia Católica no ha dudado en
perseguir y aniquilar, según relata la Historia.
No es de
extrañar, pues, que Giordano Bruno acabara en la hoguera. Pero, ¿qué dice la
Iglesia cuatrocientos años después?
La Iglesia del
siglo XXI no sabe qué hacer y, como en toda institución, en su seno existen
divergencias. Pese a la opinión contraria del sector más conservador del
Colegio Cardenalicio, Juan Pablo II celebró un gran acto de penitencia en Roma
por los errores cometidos por los católicos a lo largo del segundo milenio,
pero no pidió perdón por el asesinato de Giordano Bruno.
Este gran libre
pensador, estudió las obras de Ramón Llull, Copérnico y Nicolás
de Cusa, desde el principio de su entrada en la Orden de los Dominicos y,
sin duda alguna, fue influenciado por ellos.
Si bien todo el
mundo parece estar de acuerdo en que Giordano Bruno portaba en sí la semilla de
la independencia, en cambio surgen discrepancias cuando se trata de valorar qué
pretendía con ella. Por ejemplo, en algunos medios académicos se apunta que
siguió los pasos de Ramón Llull, lo que podría dar una pista de por qué la
Inquisición le condenó. No hay que olvidar que Llull intentó conseguir que
tanto el islamismo como el cristianismo y el judaísmo convivieran juntos,
asunto que el catolicismo no quiso aceptar.
Para algunos investigadores hay un hecho evidente: si no hubiera sido por Bruno, la obra de Copérnico no habría sido ni tan siquiera considerada. Hasta el propio Copérnico la mantuvo en secreto durante años y cuando se difundió, no encontró grandes obstáculos ni produjo conmoción alguna, a pesar de que contradecía implícitamente la visión de la Biblia
Para algunos investigadores hay un hecho evidente: si no hubiera sido por Bruno, la obra de Copérnico no habría sido ni tan siquiera considerada. Hasta el propio Copérnico la mantuvo en secreto durante años y cuando se difundió, no encontró grandes obstáculos ni produjo conmoción alguna, a pesar de que contradecía implícitamente la visión de la Biblia
La Iglesia
Católica toma conciencia del peligro que representaba Giordano Bruno. Este
propone una justificación muy especulativa del sistema copernicano que llamó la
atención de sus contemporáneos, entre otros, la de Galileo. La teoría copernicana
se convirtió entonces en tema de conversación. Incluso los protestantes y
calvinistas condenaron la nueva doctrina.
Pero no es ésta
la herencia de Bruno, pues en la práctica el sistema propuesto no resultó ser
mejor que el de Ptolomeo, ya que las observaciones astronómicas fueron escasas
y poco precisas. La cuestión radica en que, para justificar sus sistema,
Giordano Bruno siembra la escisión entre la razón científica y la razón
religiosa. Y en Occidente, a diferencia de Oriente, se inicia la separación de
saberes.
Esta separación
tiene una doble consecuencia. Por una parte la Iglesia Católica pierde una
importante parcela de poder o control sobre el conocimiento, que ya no estará
mediatizado por razones teológicas o dogmas de fe. El catolicismo pierde así el
monopolio del saber y de ahí su virulenta reacción hacia Bruno, que parece
persistir en pleno siglo XXI.
Por otra parte,
a este nuevo conocimiento también se le despoja de una ética. A partir de
entonces, la ciencia evolucionará al margen del ser humano surgiendo una
ciencia materialista y positivista, lo que algunos investigadores han dado en
calificar como "desmoralización de la ciencia" (ciencia sin
conciencia). Por eso no les extraña que se fabriquen bombas atómicas, se atente
contra el medio ambiente o que en la medicina oficial primen los intereses de
los grandes consorcios farmacéuticos antes que los de las propias personas.
Lo sagrado
queda huérfano de la ciencia y la ciencia queda huérfana de toda ética y moral.
Se produce la falsa separación entre sujeto y objeto, como si el observador no
tuviera influencia sobre la naturaleza de lo observado.
La época
de Giordano Bruno
El período histórico que sucede a la
Edad Media en Europa es conocido como el Renacimiento, comprende todo el
siglo XVI aunque sus precedentes se encuentran en los siglos XIV y
XV y sus influencias se dejan notar en el XVII. Se inició en Italia y se
extendió por toda Europa favorecido por el invento de la imprenta, que ayudó a
la difusión de los saberes por todas las cortes Europeas.
El Renacimiento se caracteriza por un
renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su
arte. Con el Renacimiento, el hombre centra toda su actividad, en el hombre
como tal, es decir después del aletargamiento medieval, el hombre piensa
ahora con una libertad de espíritu que le conducirá a la libertad de
pensamiento; el culto a la vida y el amor a la naturaleza. Además, el
Renacimiento, estableció como fuentes de inspiración el equilibrio y la
serenidad. Pero lo más característico de esta época es la separación entre lo
cívico y lo religioso.
Su principal fundamento filosófico
fue el Humanismo, con él surge el concepto de un hombre universal e
individualista que se distingue por sus talentos y su vitalidad. Este hombre se
caracteriza también por una gran curiosidad que lo lleva no solo en busca de
continentes, sino también en busca de la verdad científica.
En el plano político, el feudalismo
pierde importancia: las ciudades son fuertes y los reyes, en particular donde
ya existen naciones, son poderosos. Esto también afecta la autoridad de los
papas que sufre otro golpe con la reforma protestante.
En el plano económico, gracias a la
moneda, se agiliza el comercio internacional y los descubrimientos geográficos,
generan riqueza y rivalidades que acentúan las pretensiones políticas de
ciudades o países rivales. Las frecuentes guerras coinciden con epidemias y la
abundancia que bendice a unos es la miseria de otros.
En el terreno
científico, el hombre trata de profundizar en las
aplicaciones y fundamentos de la ciencia.
Literatura. El humanismo tuvo un marcado carácter literario. Son temas
literarios de la época, el amor humano, la Naturaleza (novelas pastoriles) las
hazañas guerreras (libros de caballerías como Amadís de Gaula) novelas
épicas como La Araucana, así como aspectos filosóficos, políticos e
históricos. Se destacan como precursores: Dante, Boccaccio, Petrarca, Erasmo de
Rotterdam, Nebrija,, Juan Luis Vives, Tomás Moro, Boscán, Garcilaso de la Vega,
Fray Luis de León, Lope de Vega, Willian Shakespeare y Miguel de Cervantes.
En España, surge la novela picaresca
con El Lazarillo de Tormes y los escritores ascéticos o místicos: Fray
Luis de Granada, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y San Ignacio de
Loyola.
Arquitectura,
escultura y pintura. Los grandes
artistas del Renacimiento italiano fueron Leonardo de Vinci, Miguel Ángel y
Rafael. Se destacan también: Tiziano, Tintoretto, Fray Angélico o Alberto
Durero. En España, El Greco en pintura y Berruguete en escultura.
La obra
de Giordano Bruno
1580: El Compendio de Arquitectura y
Complemento Artístico.
1582: De las sombras de las ideas y
el Arte de la memoria.
1584: La Cena de las Cenizas.
1584: Sobre la Causa el Principio y
el Uno.
1584: Sobre el Infinito Universo y
los Mundos.
1585: La Expulsión de la Bestia
Triunfante.
1585: Cábala del Caballo Pegaso.
1585: De los Heroicos Furores.
1586: Figuración del Tratado de
Aristóteles sobre el Oído Físico.
1586: Ciento veinte Artículos sobre
la Naturaleza y el Mundo contra los Peripatéticos.
1586: Ciento sesenta Artículos contra
los Matemáticos y Filósofos de esta Época.
1591: Sobre el mínimo y la Medida
Triple según los Principios de las Tres Ciencias Especulativas y de muchas
Artes Prácticas.
1591: Sobre la Moneda, el Número y la
Figura, o sea, Elementos de la más Oculta Física, Matemática y Metafísica.
1591: Sobre lo Inmenso y los
Innumerables, o sea, sobre el Universo y los Mundos.
1595: Suma de Términos Metafísicos.
1595: Descenso a la
Práctica
Cine y Teatro
La vida de Giordano Bruno y su
pensamiento, fue plasmado en el cine, por medio del film que lleva su nombre,
del año 1973. Tiene una duración de 114 minutos, la producción es de Carlo
Ponti, la dirección de Giuliano
Montaldo y la música
del inefable Ennio Morricone.
Un genial Gian Maria
Volontè, resalta en el papel de
Giordano Bruno, muy bien secundado por Hans
Christian Blech como Sartori y
la bellísima Charlotte
Rampling, como su amada
Fosca. También actúan Mathieu
Carrière, Renato
Scarpa y Giuseppe
Maffioli.
La película relata los últimos ocho años de la vida
del filósofo, desde su captura en Venecia hasta su muerte en la hoguera, tras
ser juzgado por la Inquisición.
Es un film estupendamente filmado y fue la última
gran “superproducción” del cine italiano. Los decorados, el vestuario y los
escenarios, son sencillamente: magistrales.
En Teatro, fue representada en
"La última noche de Giordano Bruno", escrita por Renzo Sicco en
1998. En esta obra, el autor recupera la figura de Giordano Bruno, preso por la
Inquisición romana, antes de morir en la hoguera.
En la versión
de Javier Esteban, aparecen tres personajes:
Giordano Bruno: Representa el derecho fundamental del hombre a la
libertad de pensamiento, que se sigue quemando en las hogueras del pensamiento
único.
El inquisidor: Personifica todo aquello que no avanza. Con su
postura contraria al librepensamiento, impide que la sociedad misma evolucione.
Un personaje femenino "no real": Simboliza la parte poética, las ideas, la memoria.
La obra tiene un
paralelismo con la época actual: En el siglo XVI el poder globalizador era una
religión intolerante y dogmática, ahora la globalización se rige por el poder
económico, igualmente inquisitorial, sobre todo para los más desfavorecidos.
VIDEOS:
FUENTES: El material propio estuvo enriquecido por Google * http://absolum.org/ciencia_bruno.htm * http://www.filmaffinity.com/es/film628082.html * Giordano Bruno y la tradición hermética Frances A. Yates. Ariel,
Barcelona 1983 * Medioevo y Renacimiento, Eugenio Garin. Taurus, Madrid 1986 * Mundo,
magia, memoria Giordano Bruno. Taurus. Madrid 1982 * Mentalidades ocultas y
científicas en el Renacimiento. Brian Vickers. Alianza Universidad, Madrid
1990.
Giordano "el peligroso", no será antepasado tuyo?
ResponderEliminar...viaje interestelar aceleración constante (sin religión, sin pontífices)... ahí está el pontífice de turno con su careto de bonachón como si nada, después de haber declarado dos veces a los medios que "la III Guerra Mundial ya ha comenzado", miserable. Después de pedir "perdón" por sus crímenes de Inquisición, hay un libro Vatic-ano en el que "aclaran" que el juicio en el que condenaron a la hoguera a Giordano Bruno por decir que había E.T. fué "justo y ponderado", malditos curas criminales y homovicios. Ahí siguen todavía con sus guerras de religión matándose los unos a los otros y los otros a los unos, a ver quien tiene "un dios más grande", malditos. Hay que decir ya que LA RELIGIÓN ES MENTIRA y una basura infecta. Fuera.
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